Cargando...
Existen muchos ejemplos de personas que cambiaron de bando cuando el movimiento o partido por el que se postularon pasó a la triste llanura o no logró los resultados electorales esperados, innumerables son los que pensando que tendrían los mismos privilegios que los incondicionales, vendieron “su alma” o sus votos, esos son los parias del nuevo oficialismo.
Pero también está el caso de magistrados judiciales que, ebrios de compartir el poder y la impunidad, se rendían sin condiciones a los jefes regionales o a los que dominan a nivel nacional. En estos casos no podríamos dejar de mencionar que “la colaboración” se convirtió prácticamente en “obstrucción de la persecución penal y prevaricato”. Convirtiendo a la Justicia en un kiosco de mala muerte (en su sentido más literal) donde predominaba el que tenía más dinero o poder.
¿Es realmente imposible para estos actores que puedan notar que esta manera de conservar sus puestos -o escalar- es completamente temporal? Tal vez el subidón de impunidad y poder les impide tomar conciencia. El esquema mafioso sin dudas viene acompañado de ventajas políticas y económicas, de regalos impensados para cualquier ciudadano, pero todo eso solamente es posible mientras le juren lealtad a sus organizaciones criminales y no al pabellón nacional. En este caso esa lealtad se mide por pasar información clasificada, perseguir a los enemigos políticos -como mínimo- y las pruebas van escalando según el rol de cada componente, muchos terminan encubriendo los peores crímenes y ayudando sin condiciones a sicarios de baja monta, para quienes la vida ya no tiene ningún valor ¿por qué la suya valdría?
Estos componentes del sistema mafioso, aunque se sienten indispensables por su incalculable ayuda, son simplemente fusibles, elementos temporales para quienes no habrá ninguna consideración si tienen un momento de lucidez, si tratan de salvar su propio pellejo o si pretenden pasar a otro bando. Cada una de las pruebas en su contra serán utilizadas sin compasión y otro elemento hambriento ocupará su lugar.
Lo que se premia en este esquema va más allá de ser leal o útil a ellos y a sus intereses, los que escalan más alto serán los que no tienen ningún escrúpulo para convertirse en delincuentes con todas las letras. Pero una vez que las cosas se compliquen, lo más probable es que lo dejen a su suerte para salvar a los demás que siguen siendo parte de esta máquina de hacer poder, dinero y hechos punibles porque el show debe continuar.
Es la única explicación que podemos encontrar cuando por medio de un teléfono se pudo comprobar que la nueva moda de ser delincuente estaba completamente instalada en todas las instituciones en mayor o menor medida, es por eso que la filtración de esa información demostró que #LaMafiaManda en el gobierno y en demasiadas instituciones.
Este hecho se convierte a la vez en una oportunidad, y aunque suene raro, es así, es el momento en que la ciudadanía debe recibir una respuesta con acciones concretas en contra de los actores que impunemente siguen siendo parte del esquema y desprenderse de varios lastres que nos impiden avanzar.
Si toda esta putrefacción, esta cloaca que se vertió a la luz no se utiliza para tomar cartas en el asunto y realizar una depuración masiva de elementos útiles a la mafia, también tendremos una respuesta clara, nos responderán que son sus protegidos y que ellos mismos son parte de esta maquinaria de crimen, fatos con recursos del Estado y corrupción sin medida.
arturo@abc.com.py