36 años de demosgracia

Hoy, 3 de febrero de 2025 se cumplen 36 años de la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner. La dictadura fue de Stroessner, el Partido Colorado y las Fuerzas Armadas, pero sólo cayó Stroessner y continuaron los demás.

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36 años de demosgracia (1)

En estos 36 años no hemos podido construir la democracia, mejor dicho: no nos dejaron hacerla, instalarla, desarrollarla y consolidarla.

En cambio, se ha consolidado y fortalecido la “demosgracia”, un sistema de gobierno prebendario en el cual “unos cuantos dueños del poder reparten discrecionalmente favores a su clientela política –correligionarios y aliados- a cambio de lealtad y apoyo.

La cuestión radica en tomar el poder y desde ahí hacer el reparto de favores –nunca con dinero propio, sino- con dinero ajeno: del erario, de la corrupción y últimamente del lavado y el narcotráfico.

¿Qué hicimos en 36 años para sacarnos de encima esta plaga? Nada. ¡Qué diferencia con quienes lucharon, murieron en torturas o en el exilio, sufrieron torturas y muchos, inclusive, fueron borrados del planeta!. Loor a todos ellos.

36 años de demosgracia (2)

La dictadura stronista, colorada, policiaca y militar duró 34 años y hoy se cumplen 36 años de su caída. Bueno, seamos precisos: de la caída de Stroessner y del debilitamiento militar, pero a cambio de aquello se fortaleció un nuevo autoritarismo prebendario, con camino seguro al populismo, esta vez ya no solo con soporte político colorado sino con la complicidad de la oposición.

Tenemos 36 años cumplidos de ejercicio de libertad. De todas ellas: de expresión, asociación, de investigación y aprendizaje, de prensa, de iniciativas y emprendimientos, y por sobre todo de ELEGIR, que solo sirvieron para vivir en una demosgracia partidocrática.

No supimos o no queremos aprovechar estos años de libertad y de espacio democrático para instalar –mediante nuestra decisión en las urnas- en nuestro querido país, un estadio de bienestar y protección social, de prosperidad con economía sana, y de desarrollo de las ciencias, con respeto a la vigencia de un Estado de Derecho serio y acatado por todos.

Dice Roa Bastos que el infortunio se enamoró del Paraguay. Yo me inclino a pensar que la estupidez se anamoró de nuestro país, porque teniendo la oportunidad de elegir bien, votamos a los peores, sabiendo que nosotros –el pueblo- pagaremos las consecuencias, como la venimos pagando hace 36 años.

36 años de demosgracia (3)

La dictadura stronista cayó el mismo año de la caída del Muro de Berlín (1989) hecho que marcó también el fin de la dictadura comunista global. Este último acontecimiento provocó una sacudida mundial, como por ejemplo el fin de las dictaduras militares en América y la libertad de acción para los socialistas en países –como el nuestro- donde estaba prohibida.

Aquí se hicieron todas las reformas necesarias, pero todo en vano. La ciudadanía no hizo su papel, se conformó con el usufructo de las libertades públicas y se durmió en sus laureles, mientras en otras latitudes se dieron estallidos sociales que tumbaron dictaduras más antiguas inclusive que la nuestra y se dieron saltos inimaginables de progreso económico, gracias a la libertad de comercio y de negocios para las inversiones.

Aquí, pareciera que todo el mundo está conforme con que el lavado de dinero de la política sea la base de la economía paraguaya y que el narcotráfico sea la fuente de poder, tanto en el oficialismo como en la oposición. Todo el mundo se conforma con recibir algo, especialmente el día de las elecciones, a cambio del voto miserable, que es el voto de la venta de conciencia. En 36 años tenemos demosgracia, en vez de democracia.

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Desde 1989, Paraguay pasó de la espada, al bullicio cívico de las calles, de los colores a la sotana y de ésta a la narcopolítica. No hubo en estos 36 años experiencias de cambio sustancial, sino de sometimiento a un régimen de voto a cambio de favores. ¿Hasta cuándo aguantará el Estado esta práctica prebendaria de intercambio barato que alcanza al pueblo solo miseria y a la política la riqueza fácil de una alta corrupción?

Exactamente hasta que el Partido Colorado decida volverse totalmente populista y comience a exprimir con todo tipo de impuestos, eleve la deuda externa hasta no tener la capacidad de pagar, y siga gobernando con la trampa mortal del asistencialismo disfrazado de justicia social, utilizando para ello la dialéctica muy conocida del amigo vs. enemigo.

En 36 años, se ha hecho todo lo que se pueda hacer en un país libre, menos votar bien. Todos estos sátrapas de la política son consecuencia: oportunistas que se vuelven colorados, liberales o socialistas según las circunstancias. Estuvieron y están ahí porque la ciudadanía no tiene las agallas de tirarlos a la cuneta y poner en su lugar a gente con vocación democrática del poder.

36 años de demosgracia (5 final)

Es hora de reconocer y convencerse de que el responsable de toda la calamidad actual, de nuestra desgracia nacional de quedar estancados en los peores niveles de calificación internacional es la partidocracia con la que nuestra demosgracia castra al ciudadano paraguayo, al punto de volverlo idiota (el que lo hace igual, a sabiendas de que pagará el costo por ello).

El ELECTOR libre y soberano es el único que puede poner fin a esta situación. En cambio, ya está nuevamente en marcha el motor para que en las próximas elecciones municipales de 2026 y en las generales de 2028 se repita la misma historia: consolidar un nuevo autoritarismo político con un Partido Colorado renovado en su proyecto totalitario (de copar todo, como antes) y una oposición satisfecha con su estrategia de mantener la división para disfrutar de las migajas del poder.

Estamos en un retroceso. ¿Es posible un cambio? Claro que sí, pero confío solo en la fuerza de la juventud. El actual poder sabe que aquí la corrupción no tumba gobierno, la oposición tradicional no quiere un cambio, solo la juventud sana políticamente es capaz de hacerlo. Por algo, se anula su inscripción automáticamente en el registro electoral, porque puede dar una sorpresa.

(Del libro “Paraguay: 34 años de demosgracia”)

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