El general Caballero está triste

En el primer intento conseguí la entrevista. Me pasó la mano con amabilidad pero me llamó la atención que no se levantara, como se acostumbra en estos casos. Enseguida me dí cuenta de que estaba parado. Detrás de él sobresalía un enorme cuadro con la imagen del general Bernardino Caballero en cuyos ojos parecía dibujarse una pícara sonrisa.

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-En su solicitud de la entrevista –me dice hundiéndose en su asiento- pone usted que el tema es la situación general del país y la responsabilidad del Partido Colorado.

-Así es.

-Diría que la intención es un poco perversa. El coloradismo no puede hacerse cargo de todo lo que sucede en el país, menos aún de los hechos irregulares.

-Que ya son regulares.

-Algunos casos sí, como esa parte de la prensa que inventa acontecimientos escandalosos para culparle al gobierno colorado.

-Usted se afilió muy tarde al Partido.

-Sí, porque tengo esta convicción: la pertenencia a un Partido Político tiene que ser para siempre.

-Sin embargo…

-Ya sé lo que me va a decir. Hay quienes no entienden estos principios y acaban…

-Por ser seguidores suyos.

-Los recibo con los brazos abiertos.

-¿Le cuesta dinero?

-Casi nada.

-A usted casi nada, pero a los contribuyentes… porque los tránsfugas se ubican con buenos salarios y otros privilegios.

-Hay muchas cosas que no podemos evitar si queremos que la democracia funcione como hasta hoy.

-Si, pero mañana…

-Mañana es otro día. Hoy nos toca a los colorados labrar la grandeza de la patria –Me pareció ver que el general Caballero intentaba ahogar una risa-.

-El Papa Francisco y usted son amigos. Se veían con alguna frecuencia. ¿Ahora ya no?

-El tiene muchos compromisos y no puede venir al Paraguay.

-Pero usted podría ir.

-El Papa es admirador del heroísmo de la mujer paraguaya.

-Hace rato que usted no viaja.

-Me cansan los viajes, más mis compromisos aquí…

-Pero un viaje al exterior…

-No haga tantas vueltas. Pregúnteme sin rodeos. Y también sin rodeos le digo que no me puedo ir a los Estados Unidos porque unos documentos falsos, difamatorios y perversos, hicieron reaccionar al país del norte contra mi persona. ¿Que soy significativamente corrupto? ¿Dónde están las pruebas? ¿Con qué hechos se demuestra mi culpabilidad? No hay nada. Mi conducta ha sido siempre transparente, de trabajo, de honradez. Yo no vivo sino para mis amigos y para mi patria. Soy de los colorados con raíces en los más prestigiosos caudillos del coloradismo –El general Caballero se tiró de las barbas con una mirada que me pareció severa.

-¿Cómo se lleva usted con el presidente de la República?

-De maravillas. Hasta ahora se está portando muy bien.

-En las espaciadas reuniones de la Junta de Gobierno ya no se escucha que algún miembro expresara su disenso.

-Ese tiempo de anarquía se acabó para bien de la familia paraguaya.

-En Caazapá dijo usted que el Partido Colorado está fuertemente unido, que ya no hay movimientos internos.

-Así es. Con medidas oportunas hemos acabado con las divisiones.

-¿Y qué hay del movimiento liderado por Mario Abdo Beni…

-Le concedí la entrevista con entera buena fe y ahora me sale con eso.

-Es que…

-Nada. Se acabó –al salir me fijé en el cuadro y me pareció que lloraba el fundador del Partido Colorado.

alcibiades@abc.com.py

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