Cargando...
En un mundo en que la usina tecnológica nos escupe casi a diario innovaciones que permean todos los ámbitos, no es extraño que la IA también esté presente como una herramienta más dentro del periodismo. El uso de softwares como Jasper, Murf, Grammarly, Perplexity, Chat Gpt, Gemini y otros son hoy recursos corrientes dentro de las redacciones para diferentes usos: sintetización de textos, optimización de SEO, conversión de texto a voz y viceversa, correcciones gramaticales, etc.
De hecho, casi a diario se ofrecen cursos y capacitaciones para fomentar el uso responsable de la IA, una decisión al final, del fuero interno de cada periodista. Llevando el debate de la IA a otras instancias existen otras instancias que la utilizan con fines “periodísticos”: industrias, corporaciones, instituciones oficiales, gobiernos y bloques multilaterales. En ese contexto la preocupación ética crece exponencialmente.
Existe en el mundo lo que se conoce como “medios blancos” iniciativas (mayormente de China y Rusia) mimetizadas de periodismo que utilizan la forma periodística (periódicos, medios digitales y televisivo) para difundir información tendenciosa, falsa, propaganda y bulos sobre conflictos armados, candidatos políticos, gobiernos no afines, guerras religiosas, armas nucleares, etc.
Fenómeno tan difícil de contrarrestar por su gran capacidad de difusión y por el alto nivel de credulidad de una audiencia no entrenada para la contrastación de las noticias. La IA generativa en periodismo, como su nombre lo dice, genera una información utilizando otras informaciones elaboradas previamente por periodistas de empresas que realizan grandes inversiones para llevar adelante sus medios.
De eso surge el otro debate sobre la pertinencia o no de que los responsables de softwares de IA generativa, paguen un canon a las empresas periodísticas por el uso de sus informaciones. Para las empresas periodísticas la respuesta es sí. Para los responsables de los softwares la respuesta es no, pues se trata de un contenido nuevo basado en información pública, dicen. He ahí el debate y la preocupación, por cierto válida, de la declaración de la SIP.