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Una de las ideas más peligrosamente difundidas es su utilización como herramienta eficaz para dejar de fumar, como terapia sustitutiva de nicotina. Contrariamente, la evidencia señala que el 80% de los fumadores que se adhieren a este método acaban consumiendo tanto cigarrillos electrónicos como convencionales. Más alarmante aún, quienes se inician con cigarrillos electrónicos tienen cuatro veces más probabilidades de utilizar cigarrillos convencionales. Además, con esta falacia se construyen, veladamente, otras creencias erróneas: que son menos dañinos, inocuos o incluso saludables. Sin embargo, La evidencia científica sobre los daños causados a la salud crece rápidamente: adicción a la nicotina, enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias y exposición a sustancias potencialmente cancerígenas, entre otros. Los aerosoles también afectan la salud de las personas expuestas pasivamente.
La Organización Mundial de la Salud señala que las estrategias comerciales están dirigidas a reclutar niños, adolescentes y jóvenes mediante la normalización del acto de fumar y la adicción a la nicotina. La industria tabacalera multinacional está detrás, con dos objetivos: socavar el control del tabaco y sustituir a los millones de clientes que fallecen por tabaquismo cada año.
La regulación de estos productos, con enfoque de salud pública, es urgente. En el MERCOSUR, las agencias reguladoras nacionales de Argentina, Brasil y Uruguay han optado por la prohibición de importación, registro y comercialización de cigarrillos electrónicos, bajo el principio de precaución. Esta decisión está fundada en la evaluación de evidencias científicas disponibles y del impacto de las regulaciones.
En cambio, en Paraguay, desde el 2019, se ha optado por regulaciones menos rigurosas como la prohibición de venta a menores de edad, la prohibición de publicidad, promoción y patrocinio, así como el registro para su comercialización. Ese año, 12,5% de adolescentes entre 13 y 15 años usaba cigarrillos electrónicos, prevalencia tres veces superior a la observada en el país en 2014. Actualmente DINAVISA no cuenta con una evaluación oficial del impacto regulatorio de estas medidas. Pero, basta con observar a adolescentes y jóvenes “vapeando” en las calles, plazas y áreas recreativas de cualquier ciudad, para poner en dudas la efectividad de estas disposiciones.
Los argumentos contra las prohibiciones en Paraguay son poco originales: pérdida de empleos, afectación del sector formal, dificultades para el control de calidad y, por supuesto, el gastado argumento que aumentará el contrabando. Aunque todas estas proposiciones son refutables, los poderosos intereses comerciales opacan a los objetivos de salud pública en las diferentes instituciones que podrían intervenir en este asunto.
Siguiendo esta misma línea, en la Cámara de Senadores se estudian dos proyectos que regulan la comercialización de estos nocivos productos, uno de ellos ya aprobado por Diputados. Ninguno añade regulaciones significativas a las ya adoptadas o que pudieran adoptarse por resolución y el único efecto de una ley de estas características será dificultar que Paraguay se alinee con los países que lo prohíben. En ese escenario, quedará abierto el camino para el “contrabando legal” hacia los países vecinos, replicando el patrón observado con los cigarrillos comunes.
Ya que la entidad competente no lo hace, el Congreso Nacional no debería perder la oportunidad de cerrar la puerta de entrada a los cigarrillos electrónicos en el Paraguay, cerrando al mismo tiempo el cerco en todo el MERCOSUR.
Mientras tanto, la máquina de hacer dinero marca el ritmo de una danza macabra alrededor de los niños, adolescentes y jóvenes de Paraguay quienes serán parte de una generación afectada por la adicción a la nicotina, enfermedades crónicas y muertes prematuras evitables causadas por el uso de cigarrillos electrónicos. Como estos efectos tardarán varios años en manifestarse, la gravedad de esta amenaza permanece oculta ante la complaciente mirada de quienes tienen la obligación y el poder de proteger la salud de la población.
Referencias
• ANMAT. Argentina. Informe ultrarrápido de evaluación de tecnología sanitaria seguridad y eficacia del cigarrillo electrónico en la práctica clínica. Buenos Aires, 2016.
• ANVISA. Brasil. Relatoría del análisis regulatorio de los dispositivos electrónicos para fumar. Brasilia, 2022.
• Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social. Paraguay. Encuesta Mundial de tabaco en jóvenes. MSPBS. MEC. Asunción, Paraguay. Años 2014 y 2019.
• Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social. Paraguay. Resolución 630/2019. Asunción, Paraguay.
• Ministerio de Salud Pública. Uruguay. “Proteger a los jóvenes de la manipulación de la industria tabacalera y evitar que consuman tabaco y nicotina” . Montevideo, 2020.
• OMS. Informe sobre la epidemia mundial de tabaquismo, 2021: abordar los productos nuevos y emergentes. Ginebra: Organización Mundial de la Salud; 2021. Licencia: CC BY-NC-SA 3.0 IGO.