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Diversos gremios y organizaciones de comerciantes, así como trabajadores del volante, vienen exigiendo la aceleración de las obras con la esperanza de que al menos se habilite parcialmente. Esto aliviaría la sobrecarga vehicular que sufre el Puente de la Amistad, la única conexión transitable actualmente. La falta de previsión genera múltiples problemas que afecta a toda la región, sobre todo al caos vehicular en Ciudad del Este, la más afectada por el retraso.
El problema de tránsito fronterizo se agravó en las últimas semanas debido a la crisis hídrica que afecta a los ríos Paraná y Paraguay, cauces donde actualmente es inviable la navegabilidad. Los contenedores de exportación, que se transportan por vía fluvial, quedaron varados, obligando a los camiones a utilizar el Puente de la Amistad como única salida. Esta situación ha generado un colapso en la ruta PY02, en la zona de Ciudad del Este, donde los vehículos pesados complican el tránsito ya caótico.
Es difícil comprender cómo una obra de la magnitud del Puente de la Integración, cuya construcción comenzó en 2019 con una inversión de US$ 84 millones, financiada por Itaipú, no haya contemplado la ejecución simultánea de las obras básicas necesarias para su funcionamiento. La falta de oficinas de control, como Aduana y Migraciones, es ejemplo de la falta de planificación. Una obra majestuosa pero inutilizable es un desperdicio de recursos y de oportunidades para el desarrollo regional.
El mal de la improvisación, sin embargo, no es exclusivo de Paraguay. Del lado brasileño, las obras complementarias están más retrasadas, debido a cambios en el proyecto durante su ejecución. Esta falta de coordinación binacional ha generado frustración entre los ciudadanos de ambas orillas, quienes dependen de una infraestructura adecuada para su día a día.
Los principales afectados son los ciudadanos fronterizos. Ellos deben sortear largas filas de camiones que bloquean las rutas, tanto en el lado brasileño como en el paraguayo, esperando cruzar el colapsado Puente de la Amistad. Este congestionamiento no solo afecta la movilidad, también pone en riesgo la seguridad vial y perjudica el movimiento comercial en las ciudades fronterizas, que dependen en gran medida de un tránsito fluido.