Lo que el Ph.D no da

Era el día más esperado del gobierno de Santiago Peña: que nos digan cuánto y en qué gastaremos NUESTRA plata, la que juntamos entre todos, la que sacamos de nuestros bolsillos para sostener el estado. El Presupuesto General de la Nación (PGN) es el primer plan financiero de Santiago Peña para el 2025.

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El anuncio venía escoltado de buenas noticias. Le tocó a este gobierno confirmar que nuestro país logró alcanzar el grado de inversión. También fue este el gobierno que reorganizó tributación y aduanas con mayores recaudaciones, y para botón, hace un par de días Goldman Sachs calificó al Paraguay como “estrella emergente”.

Así las cosas, ¿qué podía salir mal?

Nos congregamos todos para oír al primer Ministro de Economía que tiene Paraguay, el economista Carlos Fernandez Valdovinos. Obviamos sus repetidas alusiones, referidas obviamente a la prensa, cada vez que se mofaba diciendo qué temas irían a ser titulares. Al cabo que él no tiene por qué querer a la prensa, ni siquiera respetarla aunque esté obligado a responder y tolerarla: es un funcionario público, que administra cuestiones públicas con un dinero público.

Sus anuncios eran auspiciosos: dinero extra para Educación en Hambre Cero, para Seguridad donde prevén 5.000 policías más, para Salud donde inaugurarán dos nuevos hospitales en el 2025 y la cifra histórica exclusivamente para el INCAN de 25 millones de dólares además de universalizar dinero para adultos mayores.

Cuando empezaron las consultas de los colegas, sobre puntos de los que no habló, empezaron las respuestas burlonas, sarcásticas, reprochables en alguien con su investidura, y SOBRE TODO, con la educación extranjera de la que él se jacta en sus redes. Miré el mensajero de la radio, y aunque no habíamos dicho hasta ese momento UNA sola palabra sobre sus desplantes, la gente lo estaba bombardeando con descalificaciones e improperios. Se vanagloriaba de mucho pero aún estamos en quiebra en salud, en seguridad y en educación.

¿Qué podía salir mal? El mensaje era bueno. Pero el mensajero, que tiene uno de los máximos títulos y doctorado en educación superior -Ph.D- del Harris School of Public Policy del Chicago University de EE.UU.- destruyó su mensaje con altanería, petulancia y soberbia, inapropiadas para alguien con su educación, y desubicada para alguien con su investidura. La mañana del viernes todos nos convocamos alrededor de una mesa nacional para conocer planes nacionales pese a que las cifras macroeconómicas aún no llegan a todos. Solo que en un abrir y cerrar de ojos, el medio que transmitió el mensaje lo destrozó casi por completo. Un exhibicionismo de arrogancia verbal es lo único que podía salir mal, y salió mal.

mabel@abc.com.py

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