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Desde que a Aldo Zuccolillo se le prendió la idea de sumar un periódico, todo fue multiplicación. A Ángel Arias, como director administrativo, se debe sustancialmente los pasos firmes que daba el diario. A su iniciativa fue posible la incorporación de las últimas tecnologías que distinguieron el diario de los demás. Tuvo, también, un intenso trabajo de relaciones públicas principalmente con los empresarios.
Los primeros desafíos suponían que el futuro diario se independizara de los distribuidores conocidos, pocos pero poderosos. Fue así que se contrataron a Gerónimo Finestra y Alberto Vera para la tarea de organización, estructura, circulación y venta en la capital en interior.
Junto con el trabajo de distribución se inició el más complejo de todos: la parte técnica. Solo dos imprentas trabajaban con el sistema offset pero en la confección de etiquetas en colores, mayoritariamente. No había ninguna experiencia en la elaboración de periódicos, menos aún como el proyectado para ABC Color. Se contrató a un profesional paraguayo, Pancho Aquino, que se encontraba en Alemania en la tarea que ABC Color necesitaba: La selección de colores que implicaba un alto nivel profesional que se encontró en Aquino. Como también era fotógrafo, tuvo a su cargo –desde muchos meses antes de salir el diario a la calle- formar a nuevos profesionales. El concurso de Pancho Aquino fue decisivo para dar la imagen novedosa –colorida- al diario que se disponía a ser distinto.
La otra innovación se refiere al libro de estilo –en rigor, librito- por primera vez incorporado a la prensa nacional. Al comienzo prestó alguna utilidad porque Zuccolillo insistió en contar con jóvenes colaboradores intelectuales. Fue así que desfilaron por el diario poetas, narradores, ensayistas, incluso periodistas. Algunos de ellos: Jesús Ruiz Nestosa, Roque Vallejos, Antonio Cubilla, René Dávalos, Helio Vera. Estos y otros profesionales le dieron una sólida imagen al periódico que habría de perdurar en el tiempo.
Desde la perspectiva de la dictadura se entiende que haya dispuesto la clausura del diario. Este hecho era el reconocimiento involuntario de la fuerza que ABC Color llegó a tener en la opinión pública. Para llegar a este nivel no fue fácil el camino andado. Mucho trabajo, mucha disciplina, mucha convicción, mucha fe en la patria que le costaron cinco años de riguroso castigo. Hubieran sido más años sin el golpe de febrero de 1989 que tumbó a la dictadura. Se la buscó. El cierre injusto del diario tuvo una repercusión internacional que permitió a los países y a los gobiernos interesarse en el régimen de Stroessner. Se encontraron con lo era, con la realidad de la denuncia diaria de ABC como la prepotencia, la corrupción, la intolerancia, etc.
ABC Color llega a los 57 años con su fe intacta en la patria y su renovado compromiso de seguir denunciando los hechos que afean la imagen del país. Hoy, como pocas veces, necesitamos de una prensa independiente que nos acerque con responsabilidad a los actos del gobierno para criticarlos o aplaudirlos de pie, sin ponernos de rodillas.