La transparencia la deben exigir los transparentes

Los gobiernos autoritarios acogen a esbirros y desdeñan a pensadores. En un sistema despótico no se piensa; se ejecuta. El revestimiento autoritario de este Gobierno se teje en el Congreso, donde se impide el debate y donde los proyectos más delirantes y antidemocráticos los impulsan los que no razonan, los que simplemente cumplen las órdenes cuyo origen se intuye.

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Un proyecto de sospechada finalidad totalitaria es el de la ley que establece el control, la transparencia y la rendición de cuentas de las organizaciones sin fines de lucro. Título espléndido. Pero su letra es tan ambigua que podría originar incontrolables derivaciones.

El proyecto, con media sanción del Senado, afecta a toda organización que maneje dinero, público o privado; desde una fundación científica hasta la comisión barrial pro silla de rueda del vecino en desgracia. Y todas deben rendir cuentas al Estado bianualmente.

De hecho, toda organización que recibe dinero público rinde cuentas, pero aquí se incluye a los grupos sin fines de lucro que trabajan con su propio dinero. Delirante.

Los corifeos del Quincho repiten que lo que se busca es “trasparentar” a estas organizaciones. Y el rey del Quincho afirmó orondamente: “No tengas miedo de los controles si hacés bien las cosas”. Ah, bueno. Mi abuela diría “mira quién habla”.

¿Quiénes controlarán? Los honorcoloradeños que miran a otro lado y silban con los labios torcidos ante las cantinfladas del intendente asunceno sobre los 500 mil millones esfumados. Los que perdonaron a quienes se quedaron con la plata de la comida para los escolares y siguen impunes. Los que impiden intervenir municipios encabezados por administradores ladrones. Los que dejaron que el “amigo del alma” Messer usara tranquilamente el circuito financiero para sus pillerías lavanderas. Los mismos a quienes se les escapó la tortuga cuando González Daher movía (y mueve) obscenas fortunas sin que los organismos de control se inmutaran.

Los mismos que tocaron el violín cuando el zar cigarrillero de Capiatá transfirió dos y pico de millones de dólares al zar cigarrillero del Quincho como si nada.

Los mismos que ya preparan la estrategia para proteger políticamente al diputado Lalo Gómez, a quien la Rede Record del Brasil señala como colaborador de “grandes narcotraficantes” brasileños. Don Lalo, quien fatiga fotografías con el Señor del Quincho, llamó la atención de la Contraloría por su fantástica fortuna y una deuda por la que abona mensualmente 3.943 millones de guaraníes. Pero es “de los nuestros y tenemos mayoría”. No hay peligro para Lalo y sus descalces.

La proyectada ley anti ONG, defendida por los fieles de la autocracia, es solo para callar a los críticos “con la ley en la mano”, al estilo stronista. Para más, es una ley premeditadamente confusa, para que todo juez que deba aplicarla pida primero el “criterio político” del Quincho.

Lo único transparente aquí es la oscuridad que propugna el capricho de un ser cegado por un poder cada vez más absoluto, sostenido por esbirros sin razonamiento propio.

nerifarina@gmail.com

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