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Quien más, quien menos, dentro de la compleja composición de la ciudadanía chaqueña espera algo de sus políticos, pero aquellos se esfuerzan tanto en perder credibilidad que a mitad de un periodo de gobierno muchos ya no esperan nada o, por lo menos, nada bueno. La roncha da para rato.
En lo que una persona de bien puede representar, hay valores que no son negociables, y uno de esos valores es la honorabilidad. En cambio, si algo le podemos atribuir al gobierno de turno es la fantástica habilidad de ponerle precio a todo
¿Cuánto vale la credibilidad? ¿Cuánto vale la confianza del votante que anhela el cambio? ¿Cuánto vale la ambición personal por sobre el bien del pueblo?
Muchos ciudadanos chaqueños, mayormente personas trabajadoras y de bien, que construyen palmo a palmo el futuro y luchan por el presente del Chaco, saben que no existe una verdadera representación política del departamento de Boquerón en el Congreso Nacional, que lanza un fuerte mensaje de que el que no se “ajusta” se queda fuera de cualquier beneficio.
Los cargos políticos parlamentarios se convirtieron en una carrera en la cual los candidatos que elegimos luchan, pero no por nosotros, por el bienestar de los ciudadanos a los que representa en la teoría, sino por sus propias ambiciones. Lo curioso es que venden la historia de que si no es con un “glorioso partido” el Chaco no va progresar. Y, en este punto, me permito discordar.
El Chaco es lo que es gracias a gente que ladrillo a ladrillo edificó una sólida economía sin esperar nada del Gobierno. Apenas en los últimos años las deudas históricas en obras comenzaron a ejecutarse y beneficia una economía que ya estaba activa mediante la gran resiliencia de su gente. Nadie acá es Mesías, nadie, de ningún color.
Sin duda, el alineamiento al “dueño de la pañoleta” se traduce en un acto humillante, ya que por ningún lado es casualidad que tan escandalosa afiliación se realice el mismísimo día del cumpleaños del presidente de la institución partidaria. Que no nos vengan a hablar después de Dios, Patria y Familia porque para eso hay que tener un mínimo de dignidad, que evidentemente hace rato dejaron en el quincho.