Crisis en Iglesia de Itauguá

La parroquia de Itauguá está en una profunda crisis. Los sacerdotes, el párroco Pedro Brítez y el vicario Antonio Vázquez, a pesar de haber demostrado interés de devolver el sosiego a la dejada comunidad, no han logrado renovar el espíritu religioso.

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Son varios los problemas que aquejan a esa comunidad católica. Algunos de ellos, el mantenimiento del templo. La búsqueda de las joyas de oro de la Virgen. La renovación del ambiente religioso y la necesidad de los fieles de mejorar la preciada cultura popular, que poco a poco se está apagando.

Ante la decadencia en la que se encuentra el templo parroquial, el párroco Pedro Brítez, en una de las tantas entrevistas dadas al diario ABC Color, mencionó que 30 pilares deben ser acondicionados, ya que corren el riesgo de que la estructura se deteriore más y se venga abajo. Las fisuras en las paredes, pisos y en los mismos pilares dan cuenta de ello.

La desaparición de las joyas de la Virgen del Rosario se ha vuelto casi un secreto de Estado. Desaparecieron como si hubiesen ido a una ultratumba. Esta situación abrió un panorama incierto en todos los itaugüeños.

Según lo trascendido, fueron a parar en una caja fuerte de la Arquidiócesis de Asunción, pero ninguna autoridad eclesial se ha pronunciado al respecto. Otras versiones poco creíbles es que fueron robadas. También dicen que fueron encargadas a alguna persona, que se adueñó, y no las devolvió. Lo cierto es que están desaparecidas. La joyería comprende una medalla que donó Félix Fernández, anillos, coronas, rosarios y otros enseres.

Ante esta realidad, los itaugüeños deberían vencer la indiferencia y recuperar el acervo cultural religioso, que es patrimonio de la ciudad.

Por lo que contó el párroco Pedro Brítez, cada mes solo se recauda un poco más de G. 15 millones. Ingreso que apenas sirve para paliar los gastos mensuales de la parroquia. Y aunque a pesar de que llamó a los colaboradores a aumentar los aportes, no obtuvo una buena respuesta.

Hasta ahora los feligreses, no todos, se han mostrado reacios a ayudar, y a ser parte del cambio. Aunque ahora disfrutan de las misas diarias, y el templo se encuentra abierto todos los días, no hay espíritu de sentido de pertenencia.

¿Los itaugüeños esperarán que la estructura se eche a perder, y que la majestuosa arquitectura no pueda ser salvada? ¿Serán capaces de colaborar por el bien de comunidad y la restauración de la Iglesia? Son preguntas que se podrán responder apreciando un verdadero cambio y espíritu de trabajo, o bien, dejando todo como está.

lucia.gonzalez@abc.com.py

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