Vivir los ejemplos de la Trinidad

Celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, que es la característica central del cristianismo: la fe en un solo Dios, no en una sola Persona, sino tres Personas, de la misma naturaleza e iguales en dignidad. Esta revelación la hizo Jesucristo, segunda Persona de la Santísima Trinidad, ya que el ser humano, por su capacidad cerebral, organización y experiencias, jamás conseguiría descubrir esta dimensión íntima de Dios. Reitero, es una revelación divina que el Señor la hizo libremente, porque juzgó oportuno: no es una invención de quien quiere que sea. Recordemos que “revelar” significa “quitar el velo”, que cubre el rostro de una persona.

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Revelando algo de la dimensión intrínseca del propio Dios, podemos saber que es Trino, que son tres Personas distintas; asimismo, que es Uno, pues viven en comunión perfecta, no es, por tanto, soledad, egoísmo e individualismo.

Nosotros fuimos creados a imagen y semejanza del Dios Trino y Uno, y de esta manera, debemos vivir en el amor, pues Dios es Amor. Por ello, afirmamos que la Santísima Trinidad es nuestro ejemplo, es el modelo a partir del cual debemos formar nuestra conciencia, nuestras familias y nuestra sociedad.

A veces, se afirma que la Santísima Trinidad es un “misterio” que no se puede comprender, sin embargo, hemos de considerar “misterio” no como una muralla delante de la cual no podemos acceder a nada, sino como una galería, o un sho-

pping, donde vamos entrando progresivamente y siempre hay algo nuevo a conocer. Claro, es una comparación (toda comparación tiene sus limitaciones) que puede ayudarnos, pero tratándose del Dios infinito jamás el ser humano finito lo va a comprender totalmente.

San Ireneo de Lyon usaba otra comparación válida, afirmando que el Hijo y el Espíritu Santo son las “dos manos” con las que el Padre creó el mundo, realizó la obra de nuestra redención y sigue trabajando en nuestra santificación y liberación.

La Trinidad es nuestro ejemplo, y por esto cuando el ser humano huye del verdadero amor y solidaridad, se destruye a sí mismo, pues va en contra de su naturaleza más profunda.

Muchas cosas debemos aprender con este modelo divino: en primer lugar, a no ser personas aisladas, gente que se siente realizada (??) con pasar horas y horas jugando con su teléfono celular, o computador, sin buscar una integración presencial y sincera con otras personas.

Asimismo, el gesto de “salir de sí”, de estar disponible a los demás, de evitar la trampa del catastrófico “no tengo tiempo...”, sino reservar tiempo para la familia y la comunidad.

Paz y bien.

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