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Entre aplausos, las damas expresaron: “Nos hemos reunido aquí para acordar la manera de cómo debemos ofrecer al digno Presidente nuestras joyas y nuestras alhajas (…) Sirvan, pues, para aumentar los elementos de la guerra. La salud de la patria, la salvación de la República, son la ley suprema”. La historiadora, Mary Monte de López Moreira, sostiene que no fue una “donación” sino “una manifestación”. En el mismo discurso se aclara que la reunión fue para acordar la manera de cómo debemos ofrecer...
El Paraguay estaba cercado y clausurado por sus enemigos. Se vio obligado a vivir solo de lo que era capaz de producir. Se destacaban las mujeres en las capueras que llegaban a la capital, en carretas, con los productos para alimentar a los combatientes. En homenaje a estas campesinas podía haber sido el día de la mujer paraguaya.
Hay otra fecha digna de recordación. Es la que nos remite al 21 de diciembre de 1868. Este día y año fue fusilada en Itá Ybaté la joven Juliana Insfrán de Martínez, luego de atroces torturas. ¿Su delito? Se negó a renegar del marido, el valiente coronel Francisco Martínez. Prefirió la muerte bárbara antes que traicionar al hombre que amaba.
Ante el empuje de las fuerzas aliadas, los aproximadamente 1.000 soldados y oficiales encontraron un hueco para llegar a Isla Po’i. En este sitio se dio el más largo y cruel asedio. Más que por las armas enemigas, los paraguayos morían de hambre o por el hambre perdían las fuerzas para sostener sus armas.
Los enemigos le pidieron, le rogaron al coronel Martínez que se rindiera. Él se negaba a hacerlo pero cuando veía que sus compañeros morían de hambre, y él mismo con debilidad extrema, aceptó la imposición enemiga. Aún en esa circunstancia, le quedaba la dignidad de imponer sus condiciones, las que fueron aceptadas, como el derecho de los oficiales de permanecer con sus armas. Ya no les servía para nada, pero era el último aliento de patriotismo. Cuando las fuerzas aliadas encontraron en Isla Po’i las huellas de meses de lucha, se asombraron y se conmovieron ante las pruebas de tan raro sacrificio en defensa de la patria.
López ya estaba en San Fernando distrayéndose con los fusilamientos de algunos de los más estimables ciudadanos. En esta atmósfera de tragedia, recibió la noticia de la rendición del coronel Martínez. Como no lo tenía a su alcance, ordenó la comparecencia de la esposa del coronel, Juliana Insfrán. Apenas hubo llegado a San Fernando, Juliana fue obligada a comparecer ante uno de los tribunales, todos muy ocupados en disponer la pena de muerte, previa atroces torturas.
La primera orden que Juliana recibió es que diera detalles de la conspiración y los nombres de los involucrados. López ya le había declarado al coronel Martínez “traidor a la patria”. La condena extendió a su esposa. Pero le hizo exigir más: que renegara del marido. Ella se negó a hacerlo porque le amaba y porque sabía que era un héroe. Esta fidelidad al compañero y a la patria le costó la vida. Fue fusilada camino a Villeta luego de que López abandonara San Fernando.
La otra recordación es el 11 de diciembre de 1869. En esta fecha López ordenó la ejecución de Pancha Garmendia, a lanzazos, acusada de conspiración. También tenemos el 27 de setiembre de 1957 que nos recuerda el fallecimiento de Serafina Dávalos, la primera abogada y la primera que luchó por los derechos de la mujer.
La fecha ya no se puede cambiar de modo que recordemos, como cada año, el 24 de febrero como día de la mujer paraguaya.