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Esta simple interrogante lleva consigo un machismo exacerbado que pretende justificar un hecho de asesinato o violencia del que día a día son víctimas las mujeres.
Y es que según datos del Ministerio Público se denuncian en promedio unos 110 casos de violencia familiar por día, es decir, en lo que va del 2023 la Fiscalía ya procesó 28 mil causas por este tipo de hecho punible.
Empezábamos este humilde artículo de opinión haciendo referencia a los feminicidios, entonces cabe destacar que desde enero a noviembre del presente años se dieron 38 casos de feminicidio y todo lo que esto conlleva en el mismo seno familiar, por ejemplo que estos crímenes derivaron a su vez en 67 menores huérfanos.
Al dar a conocer estas alarmantes cifras, en qué cabeza cabe que alguien en su sano juicio pretenda justificar o manifestar algún mínimo grado de empatía con el feminicida o el golpeador.
El “ella qué habrá hecho”, escuda una intención latente de solapar a todo aquel que eventualmente levante la mano contra su pareja y en el peor de los casos opte por acabar con la vida de la misma.
La simple consulta pretende implantar una asquerosa duda que eventualmente ante la opinión del receptor, justifique por algún motivo la irracionalidad animal de creerse con el derecho de terminar con la vida de alguien.
Por más que a muchos moleste, en Paraguay todavía quedan cortos los intentos por luchar contra el flagelo de la violencia contra la mujer. La simple implementación del término “feminicidio” carcome a muchos que no pueden comprender como se estableció un término jurídico para atender y juzgar estos asesinatos que son promovidos por el odio, los celos o la imposibilidad de entender que la pareja puede buscar mejores horizontes.
Y es que todavía en muchas comisarías, principalmente de áreas rurales, los policías que reciben la denuncia de una mujer violentada, todavía les recomiendan que vayan a solucionar sus problemas en su casa, con su marido.
Ese “ella qué habrá hecho” alimenta en las mismas opiniones una complicidad manifiesta hacia aquellas actitudes que provocan reacciones violentas.
A pesar de todas las campañas comunicacionales, las variaciones jurídicas en los códigos penales y los mensajes de empoderamiento para la mujer, el contramensaje machista persiste y en muchos casos incluso pretende victimizarse.
Intentan sembrar la idea que no se necesitan políticas sociales ni jurídicas específicas para frenar a los energúmenos que en pleno siglo 21 siguen suponiendo que la mujer es un objeto más de su propiedad.
Desconocen años y años de lucha de las mujeres para poner sobre la mesa esta problemática y exigir respuestas claras de sus autoridades.
Por fortuna, a pesar de la oposición de ciertos grupos y aunque se siguen dando casos de asesinatos motivados por el odio y los celos, cada vez son más las herramientas jurídicas que castigan con todo el peso de la ley a los cobardes.
Es así que esta lucha tendrá que continuar y el “qué habrá hecho ella” cada vez se verá reducido a un número más pequeño de energúmenos.