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Honor Colorado triunfó en diciembre, y la ANR en abril, con una exitosa campaña que tenía como “gancho” la derogación de la ley 6659, por la defensa de la vida y la familia. Por eso son gobierno.
Simpatizantes del Gobierno pretenden ahora, para intentar salvar la cara del oficialismo, confundir el mandato electoral con el mandato imperativo prohibido por el artículo 201 de nuestra Constitución, lo cual no sólo es un sofisma sino que un desconocimiento supino del derecho constitucional: el mandato imperativo se prohíbe en defensa del mandato electoral. El legislador no puede recibir órdenes de nadie, justamente porque debe obediencia al pueblo, a sus electores.
Pero esa pretensión, más patética que ingeniosa, no le servirá de mucho al Gobierno para lavarse la cara, porque los que votaron por Honor Colorado y por la ANR –porque creyeron en sus promesas– están simplemente desencantados, desilusionados, desengañados y eso no se arregla alegando disparates.
Pero el Gobierno ya sabía eso, al menos desde que apareció la famosa “adenda” a la ley 6659 que, como explicaron acabadamente cada uno por su cuenta los senadores Kattya González y Gustavo Leite, no modifica ni una coma de dicha ley porque no satisface los requerimientos de su artículo 25.2.
La “adenda” fue, pues, desde el primer instante, una maniobra pensada para lograr que la mayor cantidad posible de senadores pisotee el mandato electoral de derogar la ley 6659 “con la conciencia tranquila”.
Como esto también fue evidenciado por los senadores mencionados más arriba, tomó fuerza un tercer mecanismo de anestesiar a los defraudados electores, y esta es mi hipótesis anunciada al principio: La implementación de la colección denominada “12 Ciencias” de la ecuatoriana María Turriaga, estrechamente vinculada a la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y a los movimientos cristianos de América Latina.
“12 Ciencias” tiene un problema fundamental, radical: es una obra religiosa y es tan religión como la ideología de género, todas las ciencias que menciona, Antropología, Sociología, Sicología, etc., todas están tomadas desde lo que los cristianos llaman “Bioética”, que es limitar la ciencia con la ética cristiana.
Esto hasta sería aceptable para los miles de cristianos defraudados por el Gobierno si no fuera por el hecho de que la gobernanza del convenio con la Unión Europea, formalizado por la ley 6659, se mantiene firme en manos de la Unión Europea, que no tiene ninguna obligación en esa ley de salirse de las líneas directrices de su “Documento de Acción”, que alienta decididamente la ideología de género.
Con notable habilidad.