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Conviene puntualizar que no debemos “satanizar” a la herramienta de la inteligencia artificial (IA) ya que gracias, por ejemplo, a su capacidad para analizar datos, identificar patrones y tomar decisiones autónomas ha despertado el interés de los políticos, que ven en ella una oportunidad para mejorar sus estrategias y obtener ventajas competitivas. Sin embargo, el uso de la IA en estrategias sucias de la política plantea varios desafíos éticos y morales que deben abordarse.
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Antes de analizar el papel de la inteligencia artificial en este contexto, es importante comprender qué se entiende por estrategias sucias de la política. En el pasado, un ejemplo de esto han sido la instalación de “oficinas” desde las que los “profesionales del troleo” se han instalado para monitorear 24/7 las redes sociales y se en encargado, punto por punto, a defender a capa y teclado a su patrón de turno. Dentro de las prácticas se incluían (y se siguen incluyendo) prácticas como la difamación, la desinformación, el uso de datos robados o la manipulación de opiniones públicas a través de medios digitales de dudosa legitimidad.
El uso de la inteligencia artificial en estrategias sucias de la política plantea varios desafíos éticos y morales. En primer lugar, está la cuestión de la privacidad y la seguridad de los datos utilizados por la IA. Si se utilizan datos personales sin el consentimiento de los individuos, se violan principios fundamentales de privacidad.
Además, el uso de la IA para difundir desinformación y manipular opiniones públicas puede socavar la integridad de los procesos democráticos. La confianza en la información y en los políticos puede verse severamente afectada, lo que lleva a la polarización y el descontento ciudadano.
Con este desafío miramos expectantes qué nos trae en materia de protección digital al nuevo inquilino del Palacio de López y a los estrategas del área sin que ello presuponga el coartar libertades ¿se hará algo al respecto o florecerán como antaño los profesionales del trolleo disfrazados de funcionarios públicos?