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La viralización de su dificultosa lectura le valió a la señora Villanueva reproches encendidos. Pero ella sacó ánimo para afrontar la circunstancia, dar la cara y, al tiempo de pedir disculpas por su torpeza al leer, exponer su origen como justificación de su deficiencia formativa.
La educación de Virina es, según ella, la que recibió en una escuela que “no tenía sillas” y en la que un solo profesor enseñaba del primero al sexto grado. “La siento en mi piel y me duele en el corazón esa educación que muchos niños reciben en el interior hasta hoy”, confesó la diputada de San Alfredo, pequeña localidad del departamento de Concepción, con unos siete mil habitantes, de la que hasta hace poco fue intendenta municipal.
Hay buenas referencias de su trabajo en el municipio. Afirman que con sus recursos personales solventa la beca estudiantil de 86 jóvenes de su distrito que son transportados diariamente hasta Concepción para las clases.
Es loable su interés en la educación y su acción en consecuencia. Lo que se le puede señalar es que también ella, tras ser agraciada por la fortuna, debió haberse preocupado de su instrucción particular con el fin de ser un ejemplo completo. De ella está instalada la percepción de que llegó a donde llegó “solo por su plata”. Y eso crea una disposición aspiracional negativa en sectores de la juventud, que podrían pensar que el dinero vale más que el conocimiento.
Por otra parte, como diputada tal vez pueda, pese a sus limitaciones expresivas, contribuir a sembrar conciencia en su propio partido acerca de la necesidad de una revolución educacional. Pero debe ser consciente también la señora Villanueva de que al aceptar nada menos que un cargo en el Parlasur corre el riesgo de un bochorno internacional. Ya tuvimos en ese organismo al liberal Neri Olmedo, que nos hizo sentir el ignominioso peso de su ignorancia.
No hay que vilipendiar la ignorancia. Pero lo que debieran evitar los partidos políticos es entronizarla. El Congreso es un lastimero muestrario.
Hay que destacar que la señora Villanueva tuvo una actitud decorosa comparándola con la de su correligionario Hernán Rivas, quien careciendo de atributos para el cargo en que le impusieron se yergue arrogante y desafiante, defendido por colorados y coloridos.
Virina Villanueva no quiere que otro reciba la “educación” que ella recibió. Valiente confesión del fracaso de su partido en ello. Al presidente Peña le tocará reconstruir el sistema para que se cumpla el deseo de la diputada y de buena parte de la ciudadanía.