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Sería la razón por la que Saltos no tiene una sola cama de terapia intensiva, no tiene puente con el Brasil, aun siendo la única ciudad verdaderamente perjudicada por la construcción de la represa de la Itaipú Binacional. No hay política de estado para favorecer la industria, ni siquiera llegan los programas del Ministerio de Agricultura y, los que llegan, son apenas para el negociado.
En el interior del departamento existen extensas zonas liberadas donde las verdaderas autoridades son narcotraficantes o financistas de ciertos políticos.
Actualmente Canindeyú tiene tres diputados electos (dos del partido dominante y uno del PLRA). Se habla del posible nombramiento del actual gobernador César Ramírez en uno de los ministerios del nuevo gobierno que asumirá el 15 de agosto. Varios senadores que consiguieron votos en la zona prometen apoyo a los proyectos de desarrollo de esta zona.
Pero, podemos llegar a 10 diputados, varios senadores y ministros, pero nunca tendremos “peso político” mientras los que elegimos vayan a la capital y, sin ruborizarse, se venden al mejor postor por míseros puestos para sus hurreros, sus familiares y amantes.
Lo que Canindeyú necesita es calidad de representación en el Congreso nacional y en el gobierno, y no piratas que compran votos y tras lograr el cargo que querían se olvidan de sus compromisos con el pueblo.
La diputada Cristina Villalba es un ejemplo de la pésima representación que tiene Canindeyú, que en dos periodos no logró un cargo importante en la Itaipú Binacional, donde tiene que estar una persona para luchar por los derechos y defender los intereses de Canindeyú, y convertir los compromisos políticos en realidades. Ojalá los nuevos parlamentarios, Benjamín Cantero (ANR) y Cleto Marcelino Giménez (PLRA) prioricen a la gente y no a los parientes, para que Canindeyú empiece a experimentar mayor desarrollo que dignifique a sus pobladores.