Gestión sensible y humana

Eso fue lo que prometió Santiago Peña (ANR, Cartista) para Salud en su campaña política que lo llevó a la presidencia de la república, cargo que asumirá el 15 de agosto. Una gestión sensible y humana es una propuesta creíble en los sentidos discursos. Pero las recientes declaraciones del Dr. Felipe González, designado como futuro ministro del MSPBS y destituido antes de asumir el cargo, muestran además de una falta de sensibilidad para con los enfermos, una debilidad en términos de políticas comunicacionales, que de no corregirla, podría darle más de un dolor de cabeza a Santi.

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En una conferencia de prensa Felipe González dijo, entre otras cosas, que los familiares de pacientes “creen que si el sistema les soporta y el encarnizamiento terapéutico a los que les someten… nos exigen que hagamos hasta lo último por un paciente que lastimosamente ya no tiene chance; tenemos que empezar a entender y madurar como sociedad de que hay situaciones de las cuales uno ya no tiene retorno”. Esta fue su posición respecto ante amparos judiciales que obligan al sistema sanitario hacerse cargo de pacientes terminales.

Puede que González haya hablado con criterio científico y haya querido aplicar el principio darwiniano de “darle la oportunidad” al más apto, algo que de manera solapada se hizo en época de pandemia por covid-19 no solo en Paraguay, sino en el mundo.

Pero esas declaraciones son totalmente carentes de empatía, sensibilidad y humanidad, características fundamentales, además de la pericia médica, que se esperan de un profesional de la salud. Y más aún de un futuro Ministro de Salud Pública y Bienestar Social.

Ese cargo no solo requiere ser competente en el área de la medicina, sino también hay que ser apto para manejar variables que van más allá del frío criterio científico. Hay que ser político, administrador, estratega y por sobre todo hábil en las artes de la comunicación de masas y empático con el pueblo.

Ante este escenario, Peña tomó la drástica decisión de bajar del eventual cargo a González. Así se desmarcó de una eventual polémica que lo perseguiría incluso antes de asumir un cargo, algo que en este momento ni el ni la sociedad necesita.

Se aguarda ahora una nueva designación en una cartera tan sensible. Esa designación debería ser no solo por color, amistad, proximidad o favor político. Esa designación debería ser siguiendo criterios que cubran lo que le hace falta a Salud Pública: darle el carácter estratégico que merece. Improvisar en salud será un boleto al fracaso del futuro Gobierno.

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