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Los alcanzó con un presupuesto de campaña muchísimo más bajo que el de los partidos tradicionales y con un discurso antisistema (aunque utilizando las reglas de éste).
Decíamos días atrás que muchas preguntas y análisis sobre exclusión, marginación y voto-rabia quedaban abiertas, al observar que prácticamente una de cada cuatro personas que fue a votar ese domingo terminó respaldando la candidatura del postulante de Cruzada Nacional.
Mencionábamos también que prever el comportamiento de su grupo político en el Congreso sería una incógnita, sobre todo recordando los episodios protagonizados por su líder cuando se desempeñaba como senador, hasta que sus colegas decidieron destituirlo.
Imaginábamos quizás que varios de ellos replicarían individualmente su ejemplo, o que tal vez actuarían colectivamente para llamar la atención sobre algún tema en particular.
Lo que con seguridad no imaginamos, y estimamos que muchos podrán admitir lo mismo, es que la degradación del equipo sería tan acelerada en menos de tres semanas del nuevo período legislativo.
Más de 331 mil votos obtuvo la lista de Cruzada Nacional para el Senado. Es lo que algunos analistas estimaban era el voto duro del nuevo partido político, considerando que fue sobre esa base principalmente establecida entre Alto Paraná y Central, sobre la que se capitalizaron luego votos de esa gelatinosa masa de apoyos denominada tercer espacio, más los de los liberales descontentos con la candidatura que de forma reiterativa presentó su partido por tercera vez consecutiva, más aquellos votantes que rechazaban las formas y vicios de la política tradicional.
Pero es esa política tradicional la que está fagocitando las bancadas del nuevo partido político, cuyos líderes deben también reflexionar sobre la oferta electoral que presentaron al ciudadano en abril pasado.
El último episodio fue el del jueves pasado, Javier “Chaqueñito” Vera ya venía dando vueltas por las inmediaciones del Congreso desde hace varios días, por el compromiso de que podría jurar en cualquier momento, al existir una mayoría para convocarlo.
27 fueron los senadores, colorados y sus aliados, quienes tomaron la decisión de sustituir a Rafael “Mbururu” Esquivel de la nómina de proclamados por la Justicia Electoral, para incorporar como senador al sexto candidato más votado de esa lista, pero no proclamado por a autoridad que organiza y arbitra las elecciones en el país.
Somos meros espectadores, hasta ahora prácticamente es una aplanadora colorada, se quejaba un día antes en la 730AM la senadora Paredes, anticipando que la solución política y no jurídica va a traer problemas en el futuro.
La práctica existió en el pasado, en el último período por ejemplo impidiendo los juramentos de Nicanor Duarte y Horacio Cartes, y nada impide que en el futuro se la siga consumando.
Es el artículo 23, el de la mayoría en la cámara alta.
El nuevo senador, cuyo pase pertenece al cartista Bachi Núñez, según lo afirmó el también cartista presidente del Senado Silvio Ovelar, no pudo ser más gráfico, y fue a sentarse en medio de sus colegas colorados, ante el reclamo de su colega de partido la senadora Yolanda Paredes, quien veía escaparse a otro miembro de la bancada, junto a sus colegas Yami Nal y Zenaida Delgado.
Así, una bancada que tenía que estar compuesta inicialmente por cinco senadores y constituirse en la tercera fuerza del Senado, por obra y gracia de la política fue reducida a dos integrantes... hasta nuevo aviso.