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En la designación de representantes en diversos organismos extrapoder, como el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, el cartismo dejó de lado cualquier sutileza para copar todos los espacios posibles con leales o con sometidos al nuevo poder.
En el escenario actual, aquel llamamiento del presidente electo Santiago Peña al imputado senador Erico Galeano para que se someta a la justicia parece ahora lejano e irreal.
El cartismo celebra su hegemonía y exhibe su poder de forma provocadora, con escenografías estronistas, como lo fue la fila de adulones que fueron a saludar al “único líder” en la Junta de Gobierno de la ANR, el día de su cumpleaños.
Instalar como presidente del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados al limitado senador Hernán Rivas, con dudoso título de abogado, con dificultades hasta para leer un texto escrito, pero con el atributo de una fidelidad perruna, muestra hasta donde están dispuestos a llegar.
Por ahora, el plan cartista se ve favorecido con el desbande que produjo la derrota electoral en filas de la oposición, sumado a la aparición de un grupo de legisladores elegidos por el novel partido Cruzada Nacional que apenas asumieron, se convirtieron en tránsfugas, uniéndose de hecho a la bancada mayoritaria.
La disidencia interna del Partido Colorado, que al principio parecía sólida y crítica, también sufrió varias fugas motivadas por la necesidad de conservar cargos y espacios de poder.
La apropiación consumada de varias instituciones y la de otras, como la Secretaria Nacional Antidrogas (Senad), la Secretaria Nacional de Prevención del Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad) que se anunciarán después del 15 de agosto, según había dicho Peña, es una antesala de algo que se viene y es un secreto a voces: revertir las denuncias e investigaciones contra los políticos cartistas vinculados al crimen organizado y a delitos como el narcotráfico y el lavado de dinero.
Lo que están haciendo actualmente lleva a pensar que los fiscales o jueces que osen actuar en contra de los intereses del líder de Honor Colorado deberán atenerse a las consecuencias.
El ataque cartista se centra ahora en quienes considera enemigos directos del gobierno que se está yendo, específicamente contra el aún presidente Mario Abdo Benítez y algunos de sus colaboradores.
Sin embargo, sostener un régimen y un esquema de este tipo por mucho tiempo no será posible. Será inevitable que surjan los descontentos en las mismas filas del Partido Colorado. El Estado paraguayo no da para tantos empleos y el nuevo gobierno está obligado además a hacer algunos recortes, en el marco de compromisos de austeridad realizados a nivel internacional.
Para conservar el equilibrio y la gobernabilidad, Peña deberá exhibir dotes de estadista y de estratega político, que no se le advierten hasta ahora, si uno juzga por los nombramientos que hizo para su futuro gabinete.
Es difícil predecir hasta donde irá la arremetida cartista y cuánto mal hará a las instituciones antes de caer por la reacción que haya o, en el peor de los casos, por su propio peso de contradicciones.