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Si bien es cierto que en el 2022 se inauguraba la ruta bioceánica, lo que permitía al Alto Paraguay tener sus primeros 163 kilómetros de asfalto en toda su historia, este camino solo beneficia a un pequeño sector de la región, mientras que la población mayoritaria, asentada en los distritos de Bahía Negra y Fuerte Olimpo, siguen padeciendo las precariedades de las vías terrestres.
Es triste observar el sufrimiento de las personas a la hora de tener que transitar por estos caóticos caminos. Basta un pequeño aguacero para que los vehículos queden atascados al costado de la cuneta; en tanto los pasajeros, especialmente los niños y las mujeres, son “devorados” por los temibles mosquitos.
La situación se complica de sobremanera, cuando se trata de evacuar a los enfermos hacia los hospitales de otras regiones, debido a la precariedad sanitaria de la zona. Las pésimas condiciones de los caminos hacen que en varias ocasiones se tenga que lamentar la pérdida de vidas, debido a que no se pudo llegar a tiempo hacia esos centros asistenciales.
En varias ocasiones, el obispo del Chaco, Mons. Gabriel Escobar, denunció esta situación, alegando que no se puede seguir viviendo en tinieblas en esta región, en pleno siglo XXI.
Los pobladores del Alto Paraguay están esperanzados en que Santiago Peña cumpla su promesa, aunque sea de forma proporcional. Sabemos que no se podrá solucionar de una sola vez toda la problemática, pero por algo se debe comenzar. Asfaltar de entrada los 75 kilómetros, desde la ruta bioceánica hasta la localidad de Toro Pampa, podría ser una de estas señales de esperanza.