Votemos por el cambio

El entusiasmo que suele haber en los partidos políticos ante las elecciones generales, esta vez se desplazó hacia una preocupación generalizada: la dramática situación que golpea al Partido Colorado, cuya suerte está ligada a la de Horacio Cartes.

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Su permanencia al frente del ejecutivo partidario debilita la democracia en el supuesto de que ella vive de partidos políticos fuertes. Hay incertidumbre acerca del futuro de Cartes, sin contar su presente calamitoso. La desdicha es que arrastra al partido.

La otra cuestión que preocupa es el feriado del lunes 1 de mayo con motivo del Día del Obrero. Se teme que se prefiera unas vacaciones antes que cumplir con el deber cívico. Este hecho vendría a demostrar, una vez más, que el destino del país no es la prioridad para mucha gente. De todos modos, el Tribunal Superior de Justicia Electoral pudo haber evitado, con una semana antes o una semana después, el encuentro con la fecha que el Ejecutivo ya tenía fijado como feriado nacional. La otra opción, pasar para otra vez la recordación del Día del Obrero, pero se tocaría un símbolo universal. No sería sino un atropello más a los obreros. Pero ya estamos a media cuadra de unas elecciones generales atípicas y solo nos queda asumirlas con la debida responsabilidad y la mirada puesta en las muchas cuestiones que deben desaparecer de la vida nacional. Entre ellas, el rechazo a la alternancia; la oposición tenaz a que el gobierno de la República esté en manos de otros paraguayos.

Es irracional sostener la idea de que los mejores ciudadanos están en un Partido y los peores en otro; que la suma de amor a la patria está solo a un lado y no debe tocarse. La experiencia cotidiana nos dice lo contrario. Los años interminables en el poder convierten a las autoridades, de todos los niveles, en dueños perpetuos del país sin percibir, o sin importarles, los males que desgastan los cimientos de la República. Es posible que así se comporten por una arraigada cuestión cultural.

En su columna en el diario madrileño, “El País”, Mario Vargas Llosa escribió acerca de las buenas lecturas que “no sólo producen felicidad; enseñan a hablar bien, a pensar con audacia, a fantasear, y crean ciudadanos críticos, recelosos de las mentiras oficiales de ese arte supremo del mentir que es la política. La vida que no vivimos podemos soñarla, leer los buenos libros es otra manera de vivir, más libre, más bella, más auténtica (...) Un buen lector es el ciudadano ideal de una sociedad democrática: nunca se conforma con aquello que tiene, siempre aspira a más o a cosas distintas de las que le ofrecen. Sin esos inconformes sería imposible el progreso verdadero, además de enriquecer la vida”.

Estas pocas palabras contienen nuestras necesidades: un progreso verdadero, ciudadanos críticos, salir del conformismo, aspirar a más.

El domingo pasado, Neuquén se sacudió del yugo de un partido que por 60 años se hizo dueño de dicha Provincia argentina. Los neuquinos se sienten ahora libres para proyectar su desarrollo sin la asfixia de unos dirigentes que solo buscaban perpetuarse en el Poder para beneficio propio.

El Paraguay tendrá el domingo la ocasión para alzarse también contra un yugo de más de 60 años que nos impide estar mejor. Necesitamos respirar aire nuevo. Tanta corrupción aplasta las mínimas aspiraciones ciudadanas de tener una vida más holgada.

Solo el cambio del fiscal general del Estado nos trae la esperanza, ante acciones todavía modestas pero significativas, de que los delincuentes al fin serán castigados de acuerdo con la ley. Es el cambio. Son los beneficios del cambio. Y si no funciona, seguimos cambiando sin estar atados al pasado.

Hagamos que nuestros votos instalen la moral y el progreso que nos merecemos.

alcibiades@abc.com.py

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