Cargando...
Sin embargo, las tragedias están más cerca nuestro de lo que pensamos y así el día menos pensado cae la noche sin previo aviso trayendo consigo un mar de lágrimas, cuestionamientos y cuestiones que impactan sobre nuestra existencia.
De eso hemos sabido mucho quienes vivimos de cerca las más de 18.000 muertes que experimentamos en la pandemia por Covid-19 con el agravante de que muchas de esas personas ni siquiera pudieron despedirse dignamente de sus seres queridos. De alguna manera, solo quedaba resignarse porque la situación se repetía en un contexto general en el que acatar el protocolo era la diferencia entre la vida y la muerte.
Sin embargo ya fuera del contexto del Covid-19 ¿Qué pasa con las muertes inesperadas? ¿Cómo se lidia con la desaparición repentina de un familiar o de alguien querido? Cuando la gente se va de esta vida sin despedirse de nadie cuesta y duele. Cuesta asimilar que una muerte que nos parecía lejana está ocurriendo en nuestro entorno y la burbuja protectora de las emociones explota como pompa de jabón.
No hace mucho había escuchado una reflexión en medio de una tragedia: “Yo rezo todos los días por mi familia, nunca me olvido de rezar y de agradecerle a Dios y ahora no puedo entender cómo alguien de mi familia finalmente se fue sin despedirse”. En ese contexto cuesta entender una partida y más cuesta porque haces todo como tiene que ser pero igual ocurre lo indeseado, lo inesperado, cuando un amanecer soleado se volvió oscuro y nunca vimos el sol. Cómo reciben esas noticias tan inesperadas las familias paraguayas víctimas de un accidente de transito, o un asalto que termino en homicidio.
Cuando la gente dice: “Estas cosas le pasan a otros, en otros lugares”. Cuando pensábamos que en Paraguay nunca iba a llegar la pandemia porque estábamos muy lejos.
Miguel López, “Miguelito”, “Miguelo” para sus amigos y su familia, se fue sin despedirse de nadie, camino a Mendoza, Argentina para ser la hinchada más kilombera del Campeonato Handball SCA Menores 2022, y verle jugar a su hija su primer partido por la Selección Nacional paraguaya.
Y la vida como a miles de familias paraguayas le jugo un mal partido, sin darle una segunda oportunidad. Un infarto agudo cardío detuvo su corazón de un soplo en un suspiro y ahí nomas se derrumbó la vida misma.
Algo ha sucedido. En la calle ruidos turbios, la vida acelerada. Y al mismo tiempo la vida injusta para muchas familias que tienen que enfrentar las muertes inesperadas.