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Es precisamente en este punto lo que se le cuestiona al jefe departamental, ya que sigue siendo “gobernador” de este departamento, sin embargo, Adorno se olvidó de esta función para la cual fue electo en el 2018, ya que actualmente y desde hace varios meses, solo se ocupa de hacer proselitismo partidario, utilizando inclusive los bienes del Estado.
Esta situación irregular y a contramano de las leyes del país se viene repitiendo de manera permanente, y a medida que se aproximan las elecciones internas, empeora. El jefe departamental y sus funcionarios siguen realizando actividades proselitistas en horas de oficina y olvida que es gobernador.
Esto hace que varias obras de suma importancia, como la construcción de la estación portuaria en Bahía Negra, estén paralizadas hace meses, al igual que la obra del futuro hospital regional en Fuerte Olimpo, donde solo se trabaja en un 20%, con unos pocos obreros, lo que retardará una eventual inauguración.
El jefe departamental recorre las comunidades de la zona al solo efecto de potenciar su figura y la de su pareja sentimental, su exesposa Silvana Fretes, de quien se divorció de común acuerdo, a fin de evitar una posible impugnación electoral, a quien pretende dejarla como su sucesora en la silla departamental.
Esta obsesión por llegar al poder al puro estilo maquiavélico hace que el gobernador participe con su grupo político en la entrega de alimentos e insumos, proveídos por el Estado a las familias vulnerables, utilizando el momento como simple proselitismo; es más, él mismo se encarga de publicar los hechos en la redes sociales.
Nadie objeta que el gobernador y su pareja se candidaten a dichos cargos, ya que son libres de hacerlo como cualquier persona, sin embargo Adorno fue electo para gobernar a todo el Alto Paraguay y no solo a un sector de su partido.