Igualito

Todo en él fue colosalmente delictivo. Saltó de la invisibilidad a ser un ingenio para el crimen organizado. Amante de las festicholas, la buena vida, el buen alcohol y los aplausos públicos que le gustaba recibir en los partidos de fútbol.

Este artículo tiene 2 años de antigüedad

Un Robin Hood moderno, con muchas obras de beneficencia, magnánimo con los pobres y socialmente destacado que convivía con las más altas personalidades políticas y de la farándula. Invirtió en infraestructura para los vulnerables, fue generoso en el reparto de dádivas, sopa y leche en las escuelas, mecenas para el arte. Un “empresario exitoso” preocupado por la sociedad. Decía él: “Soy solo un hombre de negocios dando a la gente lo que quiere”. Y cuando se le mencionaba sobre sus negocios, él decía: “Todo lo que hago es satisfacer una demanda pública”.

Logró fanatizados, leales, adeptos por convicción y por terror, y hacia el final, traidores a montón. Logró infiltrar autoridades comunales y nacionales, justicia, policía y seguridad al más alto nivel; lo que no podía infiltrar y sobornar, mataba a sangre fría o torturaba. Su fortuna abarcó un abanico fecundamente pétrido de negocios: industrias, comercios, servicios, gastronomía, apuestas ilegales, hipismo y hasta burdeles. Y abundante contrabando.

Tras el derramamiento de sangre ocurrido un día de los enamorados, alguien se dio cuenta que todo estaba concentrado y desbordado en sus manos. Y que había que pararlo. Era tarde. Pidieron auxilio a los más altos niveles y todas las instituciones se abocaron a encontrar el flanco débil; iniciaron una cruzada para llevarlo ante una justicia que parecía ciega, sorda y muda, totalmente comprada por él. Cuentan que en el lapso de diez años, aproximadamente, fue arrestado y/o acusado unas 21 veces.

Su juicio fue épico. Al verlo llegar a Tribunales con una sonrisa burlona y jactanciosa, sospecharon que los 12 miembros del jurado habían sido comprados. Y el juez ordenó cambiarlos a todos de un plumazo y bajo la airada protesta del acusado.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

Finalmente, no fueron el contrabando, las torturas, los asesinatos, los sobornos, la sangre derramada, ni el crimen organizado que él diseñó, organizó y encabezó lo que metió al señor preso. Fue acusado de evadir impuestos y fue sentenciado a 11 años de prisión, condenado a pagar las costas de su juicio y hasta una multa. Uno de los factores claves para terminar con su libertad y conocer los números sobre los que no rendía cuentas impositivas habría sido uno de sus abogados, alguien a quien nunca perdonó su traición y fue ejecutado el mismo día que él era liberado de la prisión. Este todopoderoso se llamaba Alphonse Gabriel Capone, o Al Capone, o Al “Scarface” Capone.

¿O de quién creían que hablaba?

mabel@abc.com.py

Enlance copiado