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Particularmente en Alto Paraná, las obras fueron muchas. Se aumentó la cantidad de camas de internaciones y de terapia intensiva. Se construyeron nuevos pabellones y se contrataron más profesionales. Sin embargo, la situación dista mucho de ser ideal, porque los recursos disponibles siguen siendo insuficientes.
Más allá de los recursos tanto materiales, estructurales como humanos de los que les encanta hablar a los políticos, sobre todo en estas épocas electorales, hay una cuestión no menos importante que al parecer está en el olvido de todos: el buen trato.
Sin generalizar, es penosa la forma que en muchas ocasiones los pacientes y familiares de estos son recibidos en los centros asistenciales públicos. La falta de interés que tienen al momento de comunicar los diagnósticos y explicar sobre los posibles procedimientos a ser realizados, el desinterés con que abordan los casos puede resultar más doloroso que la enfermedad.
La atención debe tener un alto contenido humano, primero por tratarse de la salud y de la vida. Y en segundo lugar, porque estos centros asistenciales públicos son el refugio de personas menos favorecidas que a lo mejor no tuvieron la oportunidad de contar con una instrucción que les facilite la comprensión de las cuestiones médicas.
Lastimosamente, el trato humano en los hospitales no forma parte de la agenda política, al parecer no despierta interés ni siquiera de las autoridades actuales. Tanto las autoridades como futuras autoridades deben ocuparse por generar condiciones más dignas en la atención de salud pública y eso, indefectiblemente, debe incluir el buen trato.
La asistencia no se puede limitar a entregar pastillas o extirpar algún quiste sin el ropaje humano que tanto se necesita. Los funcionarios públicos necesitan con suma urgencia comprender que son servidores públicos, que se deben a la gente que acude a estos centros asistenciales.