Cargando...
Los periodistas que reportan desde el interior del país están lejos del glamour de las cámaras y la fama de los autógrafos; no hay tiempo para ser ellos mismos noticia o hacerse el autobombo. Son quienes sostienen con firmeza el micrófono reportando la muerte de un colega sin dejar de pensar que pueden ser los próximos.
Son hombres y mujeres que salen a la calle sin saber si en la próxima jornada los esperará una bomba sepultada bajo el polvo del camino o bajo la hojarasca de los montes que caminan con miedo y en silencio; son quienes van detrás de la policía o la fiscalía en busca de bandas peligrosas –en el norte o en el sur– que adoptan siglas pintorescas para despellejar compatriotas sin compasión.
Casi todos los colegas asesinados –por no decir la totalidad– fueron sanguinariamente ultimados en el interior del país, allí donde la impunidad se enseñorea de la mano de todopoderosos. En esas zonas liberadas los criminales financian campañas electorales, iglesias, medicinas, escuelas y hasta los cajones fúnebres donde entierran a quienes ordenan matar.
Esta semana asesinaron a Humberto Coronel, como antes lo hicieron con Santiago, Benito, Calixto, Salvador, Pablo, Gabriel, Gerardo, Eduardo, Leo… y muchos más.
En su último día en Pedro Juan Caballero, Humberto reclamó los despilfarros y los robos a la gente; cerró su programa y salió a la calle para morir de 8 balazos. Hoy, como ayer, otros u otras tomarán la posta de Humberto, y en algún tiempo más su nombre solo servirá para engrosar listados mientras el corazón roto de su familia nunca más sanará.
Cumplir con el oficio de periodista en el interior del país se va pareciendo mucho a la definición que da el diccionario de un héroe: “Persona que se distingue por haber realizado una hazaña extraordinaria, especialmente si requiere mucho valor”.
Dedicado a todos los colegas que ejercen el oficio en el interior del país en las más duras condiciones, hombres y mujeres que si callaran –como dice la música– callaría la vida misma, “porque el silencio cobarde apaña la maldad que oprime”.