El último plan de transformación educativa

Recientemente, ha sido presentado al ilegítimo Comité Estratégico, presidido por el Ministro de Educación y Ciencias, el último Plan Nacional de Transformación Educativa.

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Es un documento extenso de 207 páginas (en su versión digital) que pone el “centro” de la transformación educativa en el “aprendizaje”. Así lo dice en el “Resumen Ejecutivo” y así queda destacado en el índice y los capítulos o apartados dedicados al aprendizaje.

Una vez más, como en documentos anteriores, se evidencia que este Plan y su proceso de gestación no están conducidos por expertos en pedagogía y, consecuentemente, por competentes cualificados en educación.

El aprendizaje es solo una estrategia, muy importante y necesaria, de la educación. Lo central en la educación humana es el “educando”, sea niño o niña, adolescente, joven o adulto (porque hoy, más que nunca, la educación es necesariamente permanente). Y en el educando, lo central son sus procesos personales e íntimos de cambio, desarrollo y crecimiento.

Los conceptos de aprendizaje y educación son muy claros y no cabe confusión. Aprendizaje es el proceso por el que se adquieren conocimientos. El proceso puede ser desencadenado por un enseñante o puede ser provocado a solas (sin nadie que enseñe) por uno mismo: observando, leyendo, estudiando, analizando, explorando investigando.

Es una pena y un fallo profesional que los autores del PNTE no consideren a esta fuente y modalidad de aprendizaje autónomo, cada día más frecuente y necesario.

Y educación es un proceso mucho más complejo y fundamental, por medio del cual el educando adquiere capacidades y desarrolla sus dimensiones esenciales y las potencialidades de todas ellas (de la dimensión biológica corporal, la psicológica, la social y la espiritual).

La palabra educar viene de las palabras latinas educare y educere; la primera significa alimentar, cuidar, orientar y la segunda significa extraer, sacar afuera lo que estaba escondido (las posibilidades ocultas en germen).

Centrar todo el esfuerzo de la “transformación de la educación” en el aprendizaje es un reduccionismo que empobrece tan radicalmente los procesos educativos que minimiza y prácticamente margina al desarrollo humano.

El niño y la niña nacen radicalmente egocéntricos. A ellos no les importa si la madre tiene sueño o está cansada, cuando sienten su necesidad, aunque sean las dos de la madrugada, lloran hasta que la madre les atienda. La madre y el padre no desarrollan su capacidad potencial de amar dándoles conocimientos sobre el amor y la necesidad de amar, desarrollan su capacidad de amar amándolos y haciéndolos “experimentar” los efectos y belleza del amor.

Otro ejemplo. No desarrollamos la capacidad de andar y correr porque nuestros padres nos dieron conocimientos, nos enseñaron qué es el equilibrio, el desplazamiento, las ventajas de adelantar un pie y después el otro, en vez de los dos a la vez, etc.

Obviamente la educación no se puede confundir ni reducir al aprendizaje. La capacitación, formación y desarrollo de todas las dimensiones y potencialidades humanas no se logran con solo los procesos de enseñanza-aprendizaje.

Es más, sin educación no es posible el aprendizaje. Para aprender es necesario que el aprendiz tenga previamente desarrolladas su conciencia (capacidad de darse cuenta de), la capacidad de sus sentidos, su capacidad de pensar, su capacidad de memoria, de concentración y control de su imaginación, etc.

Definitivamente, llenar la cabeza de conocimientos mediante la enseñanza-aprendizaje no es educar, es instruir.

Es necesario y urgente que las máximas autoridades educativas, el presidente de la República y el ministro del ramo se informen bien y comprendan por qué rechazamos y debe ser rechazado este PNTE: porque, como venimos demostrando, viola la Constitución Nacional y las leyes, es inmoral, no tiene fundamentos científicos, propone como modelo una pedagogía marxista del siglo pasado, la Pedagogía del oprimido, no es una pedagogía científica actualizada, impone subrepticiamente la ideología de género, con el enfoque de derechos roba a los padres el derecho natural y constitucional de ser los definitivos garantes de los derechos de los hijos y viola los derechos de la patria potestad, destruye las familias, amenaza la identidad biológica de los niños y adolescentes y reduce la educación al aprendizaje.

Nadie puede violar y obligarnos a violar la Constitución y las leyes.

jmonterotirado@gmail.com

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