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Es importante tomar conciencia como padres de estos aspectos, para evitar futuras frustraciones y realmente hacerles pasar a los hijos momentos difíciles, de resistencias, de rebeldías y otros tipos de conflictos que se generan en estas situaciones. Lo cierto es que al final de cuentas, la tarea parental es una tarea difícil pero que ofrece multiplicidad de alegrías.
El estilo parental no solo es percibido y transmitido voluntariamente, es decir, mediante formas verbales, imperativos, tonalidad, macro y micro actitudes, donde los padres expresan lo que creen que son acciones correctas o mandan a hacer actitudes correctivas de errores que cometen los hijos.
Pero los padres también son un gran espejo donde los hijos observan, registran y reproducen actitudes que ellos mismos hacen con su propia vida, involucrando lo familiar, social, personal, laboral, etc. O sea, el estilo parental también involucra este paso de información involuntaria. De lo que resulta que los padres son mas transparentes que lo que creen. Tanto las actitudes voluntarias como las involuntarias, transmites valores, creencias, formas de expresión afectiva, estilos comunicacionales, mandatos, pautas, significados, etc.
Tipologías de crianza específicas
En mi trabajo con adolescentes he visto una serie de particularidades parentales en entrevistas con padres y madres. Basándome en la tipología de Baumrind, destaco de manera sintética algunas tipologías parentales, aunque debe tenerse en cuenta que no hay estilos de crianza puros, muchas veces son combinaciones que le dan un sesgo particular a la parentalidad.
- Culposos: son los padres que si ponen límites se sienten culpables. Buscan ser reconocidos y queridos por sus hijos y para su imaginario, el NO implica correr el riesgo de ser rechazados.
- Exigentes: estimulan a los hijos conociendo las posibilidades de cada uno, los valorizan y motivan.
- Hiperexigentes: siempre marcan lo que no se logró. No valoran lo que se hizo sino lo que faltó hacer. Es una manera implícita de desvalorizar.
- Autoritarios: son dictadores que no explican el porqué de sus límites y órdenes. No importa lo que los hijos deseen, sino lo que ellos creen que es lo mejor para los hijos.
- Limiteros oportunamente: son los papás y mamás que colocan límites efectivos, claros, flexibles y explicados.
- Súperdadores: son padres que creen que el dar y abastecer todas las necesidades y comodidades les asegura el crecimiento de los hijos.
- Permisivos “unlimited”: padres que contemplan en demasía lo que los hijos desean y no colocan frenos a sus ideas. Faltan los límites. Tienden a no guiar y terminan por debajo de la autoridad de los propios hijos.
- Demandantes: estos padres necesitan afecto y reconocimiento de los hijos, buscan agradarlos y ser valorizados por ellos. Están convencidos que los hijos no están en otro lugar mejor que en la casa.
- “Gallinaceos” sobreprotectores: son los progenitores que cuidan en extremo a los hijos no estimulándolos a la independencia. Son básicamente miedosos de que algo les puede pasar. Actúan y hacen por ellos.
- Proyectores: son los que intentan volcar sus deseos frustrados en los hijos. Lo que no pudieron concretar en su propia vida, lo colocan en ellos. No escuchan el deseo de los hijos.
- Dadores: son padres que guían a sus hijos. Les proporcionan consejos, pero les dan la libertad que hagan su camino de experiencias. Pueden dar materialmente, pero como un trampolín hacia la independencia. Saben soltarlos.
- Omnipotentes: todo lo pueden. Les ofrecen a los hijos todo lo que necesitan y más. Están convencidos que es la mejor manera de ser padres. Sueldo de hijos, auto y pagos varios.
- Comunicadores: Son los progenitores que priorizan comunicar, explicitar lo que está tácitamente implicado en la familia. No presionan, sino que respetan los tiempos, preguntan, evitan suponer.
- Libertadores: estimulan la libertad y la independencia, son casi expulsivos, pero sin medir las reales posibilidades emocionales o de madurez de los hijos para independizarse.
- Valorizadores: son nutritivos emocionalmente. Expresan el afecto y la valoración con la palabra y el acto, pero además lo muestran en su propia actitud.
Algunas combinaciones letales:
- Libertadores y omnipotentes: no solo que estimulan la libertad sin medidas, sino que abastecen en todo y no dejan crecer a los hijos. Les dan un departamento a los hijos para que vivan solos, pero cubren todos sus gastos. Suelen entrampar a los hijos, pues los estimulan a la independencia, pero abastecen todas sus necesidades.
- El malo y el bueno: puede ser un progenitor autoritario y un culposo. Uno coloca límites extremos, rígidos, ordena y castiga. Mientras que el otro cubre, protege y justifica. Es un triángulo que favorece la coalición.
- Culposos permisivos: no solo que permiten acciones sin límites, sino que se sienten culpables si los colocan, razón por la que inexorablemente terminan siendo hijos de sus propios hijos. Es decir, se establece una jerarquía inversa: hijos que dominan y padres sometidos.
- Proyectores hiperexigentes: no solo que no ven a sus hijos y sus deseos o aspiraciones, sino que además les hiperexigen desconociendo lo que ellos quieren y fundamentalmente pueden. Les suelen marcar lo que les falta, de acuerdo a parámetros donde ellos se proyectan. Si se les suma la característica de padres autoritarios, se agrava más el cuadro.
Una parentalidad nutritiva y funcional es aquella que favorece el crecimiento, la autonomía, la comunicación, las expresiones afectivas y los límites claros. Reúne, entonces, las siguientes características: Padres y madres valorizadores + Dadores afectivos + Exigentes productivos + Limiteros oportunamente + Comunicadores.
Lejos de la utopía de la parentalidad ideal y cerca de la saludable y funcional, ejercer un buen estilo de crianza es un aprendizaje cotidiano en esta hermosa tarea de ser padres y madres.