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Por aquel entonces, José Ortiz nos dijo que Paraguay era un gigantesco duty free (tienda sin pagos de impuestos) y que nos convenía serlo, además de admitir que daban dinero a los políticos para que les dejaran trabajar. “Matamos a los gringos con calidad y por eso lloran”, decía él. El trabajo no tuvo NINGUNA repercusión.
Años después, a Cartes no le bastó el tabaco ni el fútbol, necesitaba el poder: se afilió a la ANR, cambió los estatutos y ganó la presidencia 2013/2018. Y entre la tropa de gerentes que desembarcó con él apareció un brasileño que años después terminaría siendo su talón de Aquiles: Darío Messer gozaba de privilegios sin límites, integraba misiones oficiales con ministros, representaba y negociaba en nombre del Paraguay. Para el 19 de abril del 2018 y con ayuda de colegas brasileños armamos finalmente el rompecabezas: era un esquema de negocios vinculados, apropiación de tierras públicas y de reservas protegidas en Alto Paraná, inmuebles en todo el país, un descomunal montaje de empresas, propiedades y bienes. Una catarata de dinero entraba al BNF desde sus cuentas secretas en paraísos fiscales; aquello parecía un gigantesco lavado de dinero con aval del gobierno de Cartes.
Esa misma mañana de la primera publicación, el entonces titular de Seprelad, Oscar Boidanich, fue corriendo a la Fiscalía General donde acababa de asumir Sandra Quiñonez. El subordinado de Cartes llevó consigo una carpeta sobre el amigo de Cartes y un relato de operaciones sospechosas; esa semana desde la mismísima Fiscalía nos filtraron que Boidanich tenía reportes del Brasil sobre Messer desde el 2016 y nada había denunciado. Hace muy poco entendimos el por qué, el grupo Cartes le habría desembolsado más de G. 1.017.000.000 de razones.
Cuando el viernes que pasó EE.UU. dijo que Cartes había usado su poder para obstruir una investigación de crimen transnacional que involucraba a su socio, diseñada para mitigar el riesgo político y legal para él mismo, nos acordamos del 7 de mayo del 2018. Ese día Boidanich admitió en una entrevista radial que el vínculo que unía a Darío Messer con el entonces Presidente Horacio Cartes dificultaba la investigación. Lástima que el entonces presidente Cartes no hizo caso al reporte: cuatro años después se confirma que allí estaba el talón de Aquiles de Horacio.