Un colorado cuya memoria no se honra

Con una obra teatral que recibió elogios, Alcibiades González Delvalle rescató del olvido a un paraguayo admirable: Blas Garay. Su memoria se había extraviado en los meandros del tiempo y el Paraguay ocultó la historia de un héroe insoslayable. Garay fue un colorado decente asesinado por la corrupción.

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Fue un mártir como periodista y un hombre extraordinario. En diciembre de 1899 y a causa de sus denuncias periodísticas lo mató el hijo de un funcionario corrupto. Tenía 26 años, y ya había sido niño prodigio de la intelectualidad, periodista precoz y agudo, doctor en Derecho, recolector en España de los documentos que probaban los derechos paraguayos sobre el Chaco, autor de cuatro libros capitales, iniciador de la historiografía moderna en nuestro país y fundador del prestigioso periódico La Prensa.

Garay fue colorado de la línea de Bernardino Caballero. Pese a ello, durante su gobierno (1894 – 1898) Juan B. Egusquiza, adversario de Caballero en la interna republicana, designó a Garay para la misión señalada en el Archivo de Indias, España.

A su vuelta, Garay fundó La Prensa y en su tarea periodística de contrapoder no perdonó ni a propios ni a extraños. Hay un pasaje de la obra de Alcibiades que manifiesta claramente la posición de Garay ante el poder y la corrupción. El ministro del Interior, Guillermo de los Ríos, increpó a Garay por su constante crítica al gobierno colorado del presidente Emilio Aceval. “Entenderíamos que los ataques vinieran de los opositores, pero no de un colorado como usted”. Garay le respondió: “Justamente porque soy colorado, mi estimado Guillermo, me desvelo porque no se mancille el partido”. Cabe acotar que el asesino de Garay fue el hijo de Mateo Collar, quien siendo liberal había sido ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública del gobierno colorado de Egusquiza y luego protegido por el gobierno de Aceval.

En un pasaje intenso de la obra, Alcibiades transcribe un editorial de Blas Garay en La Prensa: “Los partidos políticos militantes de hoy día ya no sirven, están gastados por una larga serie de desaciertos y de errores. Formados únicamente con la aspiración de conseguir el poder, no han dejado de ser partidos personales”. Escrito en 1899, este párrafo suena turbadoramente actual.

“Después de la vida” se titula el drama de Alcibiades. No vi la puesta, pero tengo el libro, publicado por la Academia Paraguaya de la Lengua Española con el sello de la editorial Rosalba.

¿Cuántos colorados sabrán hoy de Garay o que lo mató una bala de la corrupción? ¿Habrá en la ANR alguien con la ética de Garay que vele para que no se mancille el partido? ¿Qué diría Garay al ver corruptos, narcos y lavadores bajo la enseña republicana?

A su muerte, el gran Manuel Gondra, su amigo y adversario político, escribió: “Había en él la poderosa virtualidad de los que hacen historia”.

Alcibiades rescató oportunamente la historia de Blas Garay, un colorado decente a quien su partido no honra hoy.

nerifarina@gmail.com

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