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No era solo tu opinión –me aclaraste- también la del resto de tus compañeros de clase: que la lectura de los periódicos es aburrida, tediosa, inentendible; que usan expresiones alejadas de las conversaciones cotidianas. Me fue muy llamativo este párrafo: “Se nos culpa a los jóvenes de no entender lo que leemos; que somos parte de un elevado y preocupante índice de incomprensión lectora que pone en peligro toda la estructura educativa del país”.
Vamos por parte. Comienzo por darte la razón acerca de los yerros frecuentes en los medios. No vienen sino a confirmar que la redacción es un problema nacional pero no debería serlo entre los profesionales de la prensa. Una palabra mal ubicada cambia el sentido de lo que se quiere relatar. Tu observación, y la de tus compañeros, está orientada hacia algo mucho más amplio que la sola sintaxis, que toda la gramática. Trata del conjunto de relatos de la prensa que aburren a los jóvenes; que no encuentran atractivo alguno en la lectura de noticias o comentarios. “Quisiéramos entender, me decís, pero es un insufrible cómo están redactados”. Y te preguntás: “¿Cómo vamos a enterarnos de lo que pasa a nuestro alrededor y en el mundo si nos cuentan con un lenguaje antiguo, que no es el nuestro?”. ¡Qué fuerte suena lo de “lenguaje antiguo”!
¿Cuál es el lenguaje de hoy? ¿Palabras sueltas, imágenes, sonidos breves y chillones? ¿Está el lenguaje de hoy en las redes sociales?
Puesto a buscar datos, me encuentro con estos, difundidos por el Instituto Reuter y la Universidad de Oxford: El 39% de los que tienen entre 18 y 24 años utilizan las redes sociales como su principal fuente de noticias. Instagram, Tik Tok y YouTube son sus canales, ¿El motivo? Les resulta difícil entender el lenguaje que usan los medios tradicionales y su forma de contar historias. También les aburre leer sobre política y coronavirus. “Para mi es desfasado meterme en un periódico, necesito información directa, que vaya al grano, no quiero estar leyendo mil detalles... me suelo enterar de lo que pasa por videos en Tik Tok”, cuenta una entrevistada.
El informe Digital News Report 2022 –publicado en el diario madrileño El País- realizado a partir de más de 93.000 entrevistas a consumidores de 46 países, alerta a los medios tradicionales del reto que supone atraer a las nuevas generaciones, así como conseguir que paguen sus contenidos, cuando la media de suscriptores está en los 47 años, y en países como Reino Unido o Estados Unidos, los nuevos suscriptores menos de 30 años son solo el 8% y el 17%
Las redes sociales han reemplazado rápidamente a las webs de noticias como fuentes primarias para las audiencias jóvenes. El uso de Tik Tok para informarse ha pasado del 3% en 2020 al 15% en 2022, especialmente en Latinoamérica, Asia, África, Estados Unidos y el norte de Europa.
“No puedo predecir el futuro –dice uno de los autores del informe- pero los medios no deberían tener la esperanza de que cuando estos grupos entren en otras etapas más maduras, acudirán a sus webs y se adaptarán al estilo tradicional de contar las noticias. No existe una estrategia única para atraer a las nuevas audiencias”.
¿Debería, entonces, la prensa tradicional renunciar a su esencia, a su razón de ser histórica, a su misma existencia para ser otra distinta, con tal de conquistar “a las nuevas audiencias”? ¿Y qué hay de las “antiguas”, las que todavía sostienen el milagro de la imprenta?
En fin, tu carta mi joven amigo, ha instalado el tema para una larga discusión.