La raya

La fractura que provoca la muerte de un ser humano y profesional como el Fiscal Marcelo Pecci, removería cimientos, flexionaría las bisagras del poder, retorcería viejas estructuras y haría tronar reclamos ciudadanos en cualquier sociedad civilizada. En cualquiera… menos en Paraguay.

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Estamos anestesiados. Estancados en discusiones que no aportan, en el reparto de acusaciones, en sacar tajadas y en el proselitismo cuando aún no se apaga el eco de los tres disparos. Un hombre ha muerto por defender a la sociedad cuyos intereses representaba, y esa comunidad está absurdamente atrofiada.

En un país serio, el Poder Judicial hubiera amanecido con todos los Ministros de la Corte Suprema de Justicia, camaristas y jueces en pie de guerra contra el crimen organizado, el narcotráfico y el lavado de dinero. Hubieran amanecido con un látigo para agitarlo contra todos los chicaneros que en nombre de sucias fortunas obstaculizan la justicia. Hubieran destrabado procesos de la justicia amañada y lenta, hubieran amanecido con el coraje de pronunciarse en viejos temas en los que nunca tuvieron agallas.

En un país serio, el Poder Legislativo hubiera amanecido con Diputados y Senadores con proyectos de ley que nos permitan sacudirnos de los narcos, lavadores de dinero y delincuentes de alta estofa; hubieran cortado despilfarros para invertir en compras de radares y escáneres para asfixiar a las mafias. Hubieran sancionado leyes electorales sin precedentes que nos permitan asegurar que en el 2023 no haya un solo candidato financiado con billetes manchados de droga y sangre; que ningún Pablo Escobar se siente en ninguna silla a sueldo de ningún paraguayo. Hubieran arrinconado a sus pares sometidos a procesos y hubieran aprobado castigos para quienes oculten bienes en sus declaraciones juradas. Pero no, hicieron todo lo contrario.

En un país serio, el Poder Ejecutivo hubiera amanecido revolviendo los equipos de seguridad, removiendo parte de su entorno averiado, racionalizando recursos para invertir en protección a quienes lideren una auténtica revolución para limpiar el país. El Presidente hubiera amanecido antes que amanezca para anunciar que renuncia a su inconstitucional ambición político-partidaria para concentrarse en el país.

Pero nada pasó. Al día siguiente del asesinato, en los tres poderes hubo solo un poco más de lo mismo: hienas y estiércol. Desde hace bastante tiempo ya reunimos todas las características de un narcoestado, pero esta semana, lo dijo apropiadamente el Fiscal Federico Delfino, hemos cruzado la raya: todo indica que esto recién empieza.

Gracias por muchísimo Fiscal Marcelo Daniel Pecci Albertini.

mabel@abc.com.py

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