Estupidez humana

Hace un par de semanas, la organización ambientalista Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, difundió unas fotografías satelitales que muestran la destrucción provocada por la tala de árboles en la reserva forestal del San Rafael, uno de los últimos retazos de selva nativa que nos queda.

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Las imágenes, tomadas a un año de distancia una de otra, muestran el grado de destrucción de la masa boscosa, y evidencia la absoluta desidia de las autoridades por poner coto al asunto, pese a las denuncias formuladas (https://www.abc.com.py/nacionales/2022/04/19/a-un-ano-de-denuncia-sigue-imparable-deforestacion-de-cordillera-san-rafael/).

La zona atacada es una “reserva para parque”, pero a este ritmo, para cuando se supere este interregno ya no quedará un solo árbol en pie, y la humanidad, las generaciones futuras, pagarán en calidad de vida el precio de nuestra absoluta falta de conciencia ante la terrorífica degradación y aniquilamiento de nuestros recursos naturales.

Huelga hablar de la importancia de la reserva forestal del San Rafael como reserva biológica, hábitat de numerosas especies de animales endémicas y lugar de vida de pueblos originarios, los nativos mbya guarani. Pese a ello, somos fatídicamente miopes ante la imparable destrucción de este santuario natural.

Hace unos días, una controversia a través de las redes sociales entre el actor de cine, Leonardo DiCaprio, y el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en torno a medidas del gobierno brasileño que impactan en la preservación de la reserva ecológica del Amazonas puso el foco del mundo en la grave situación ambiental que atraviesa este pulmón del planeta Tierra.

¿Qué necesitamos en nuestro país para que las autoridades se den cuenta de la gravedad en el San Rafael, y hagan algo al respecto? ¿Que venga el Papa a manifestar su quebranto?

Detrás de esta vertiginosa y absurda carrera hacia el suicidio colectivo que implica la destrucción de nuestro hábitat juegan numerosos factores, que van desde el populismo de algunos políticos que alientan las invasiones, la efectiva necesidad de poblaciones desplazadas debido a la concentración de la propiedad de la tierra, el oportunismo de quienes negocian con la venta de maderas, la desidia de las autoridades de aplicación, y como eje transversal -cuando no- la corrupción que campea en todos los niveles.

Tanta estupidez humana no nos permite entender una ecuación muy simple: estamos al borde del abismo en el planeta entero, y somos incapaces de detenernos.

Parafraseando un antiguo chiste político..., sólo falta que demos un paso más...

jaroa@abc.com.py

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