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Los responsables del proyecto no saben superar obstáculos. Es como si no supiesen dónde están parados ni hacia dónde ir. De esa forma el plan estará estancado por décadas, tal como sucede con el ferrocarril, el cual está inactivo desde hace años pero hasta tiene ¡un presidente!
Mientras tanto, la citada universidad, abierta en 2019 y donde se estudian carreras de Ingeniería Civil, Electromecánica, Informática e Industrial, con unos 100 alumnos, funciona en el Comité Olímpico Paraguayo.
Los jerarcas de la UPTP se quedan -tercamente- en el plan inicial de erigir el edificio universitario en el Parque Guasu Metropolitano, en Asunción, idea contra la cual está una parte de la ciudadanía porque teme que sea alterada la biodiversidad del lugar y que su fauna y flora corra mayor peligro. Entonces, ¿por qué no se acepta la proposición de construir la universidad en el predio de la UNA o en otro sitio? O pedir al gobierno una sede que esté ociosa, de las tantas que hay.
El argumento para aferrarse a la idea de hacer el edificio en el Parque Guasu es que solamente utilizarán 11 de sus 125 hectáreas y que el medioambiente será cuidado por la entidad y los alumnos. Organizaciones civiles se oponen a aquello porque refieren que el sitio es uno de los pocos espacios naturales que quedan en Gran Asunción y que ello debe ser preservado tal como está, sin alterarlo.
La inhabilidad de las autoridades de la Universidad Politécnica, del gobierno y de otras instituciones involucradas, para definir de una vez dónde construir la sede, causa una pésima impresión a la ciudadanía paraguaya, y tal vez sientan lo mismo los gobernantes de Taiwán, ya que ese país es el que apoya técnicamente el funcionamiento de la casa de estudios y el diseño de la futura edificación.
Aquello hace recordar la excesiva demora que hubo para el inicio de la edificación del Congreso con una donación de US$ 20 millones de Taiwán. El entonces embajador de ese país, Agustín Liu, casi con llanto reclamaba que se erigiera de una vez el edificio.