Reconocimiento a las Ligas Agrarias

“Por su aporte histórico en la construcción de la democracia”, la Cámara de Senadores rindió su homenaje a las Ligas Agrarias en vísperas de cumplirse otro aniversario de la Pascua Dolorosa. Ella recuerda uno de los atropellos más crueles a la vida y la dignidad humanas que la dictadura perpetró en abril de 1976. Fue contra los agricultores que se organizaron para vivir un poco mejor.

Cargando...

En torno de los trabajos comunitarios, ayuda mutua, almacenes de consumo, escuelas con planes de estudios propios, reuniones semanales en busca de soluciones colectivas, etc., los agricultores creyeron que era posible pensar en un futuro sin tanta pobreza.

Las Ligas nacieron en Santa María, Misiones, como efecto de la clausura de un campo comunal en manos de un prepotente oficialista a quien no le importó dejar en la calle a decenas de familias. Los campesinos se dieron cuenta de que solo agrupándose podrían defenderse mejor de quienes desde hacía tiempo obstaculizaban sus labores y sus deseos de mejores días.

La represión de Semana Santa tuvo su centro en San Juan Bautista desde donde se expandía a localidades vecinas hasta alcanzar a otros Departamentos. Las salvajadas en Misiones tuvieron dos protagonistas de primer nivel desde la perspectiva de la dictadura: Almada Morel, alias Sapriza, y Tomás Salinas, conocido como “mandi´o ro”. Esta mandioca amarga fue alcalde de Santa Rosa, Santa María y San Ignacio. Conocía a todos los dirigentes y miembros de las Ligas, pero más a sus esposas e hijas. A muchas de ellas sometió sexualmente en el arrebato de la represión. No había más autoridades que los torturadores ni más leyes que la barbarie.

Stroessner hacía creer a sus partidarios que un buen colorado era aquel que defendía la paz y el progreso, no con su vida, sino con la de los demás que se le oponían. Tomás Salinas, con esta lógica, fue un sobresaliente ciudadano. Su nombre se encuentra en todos los relatos de los miembros de las Ligas Agrarias Cristianas que habían soñado vivir con dignidad.

Salinas participó, y muchas veces encabezó, todos los actos de una extraña crueldad que se vivieron a partir del desmantelamiento de un proyecto campesino que se venía fortaleciendo con el trabajo colectivo, la solidaridad, la experiencia educativa con las “escuelitas” de las Ligas; y las económicas, con los almacenes comunitarios que les daban un alivio de las pesadas garras de los comerciantes usureros. Pero las ligas les dieron más que un pequeño bienestar material: les enseñaron que son seres humanos y que su realización como tales comienza aquí en la tierra.

Se formaron en la doctrina cristiana, en el conocimiento de la Constitución Nacional, en el debate acerca de la situación política, económica, social y cultural de su comunidad. A partir de la reflexión y la discusión tuvieron otra imagen del país de la que la dictadura les hacía llover por todos los medios de comunicación.

Stroessner no iba a permitir que se negara la “realidad” de un gobierno que supuestamente hizo posible que el país viviera en paz y progreso. Fue por eso que se ensañó hasta la barbarie contra los miembros de las Ligas Agrarias Cristianas. Uno de los brazos terribles de la dictadura fue Tomás Salinas que, junto con “Sapriza”, instaló el terror en la Semana Santa misionera de 1976. Naturalmente, Salinas y Morel no estuvieron solos. En las matanzas, desapariciones, torturas, robos, violaciones, tuvieron el apoyo entusiasta de los seccionaleros de la región. Seguramente muchos de éstos, si no todos, están de regreso a la vida política en sus respectivas seccionales sin la conciencia de haber ayudado a enlutar miles de hogares. Es más, hasta podrían estar orgullosos, como lo estuvieron en su momento, de haber limpiado de “comunistas” y “terroristas” el país. Nunca aceptarán que los terroristas han sido ellos.

Lo de “mandi´o ro” apenas dibuja el carácter de quien fuera un temible alcalde. No tuvo una índole solamente amarga. Fue un estronista asesino, ladrón, violador. Entraba en las casas para saquear, matar, someter a las mujeres que se quedaban solas o con sus niños. Fue el más eficaz colaborador de los torturadores que fueron enviados del Departamento de Investigaciones de la Policía de la Capital para acabar con las Ligas Agrarias.

Tomás Salinas murió en la cama, en la placidez de su hogar de San Ignacio, en julio de 2008. Caída la dictadura, estuvo preso por muy poco tiempo, apenas para que la justicia guardara la apariencia.

Senadores haría bien si recordase igualmente los casos de Jejuí y Acaray´mi, otros sitios emblemáticos de la “paz y el progreso” de Stroessner.

alcibiades@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...