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Fueron 24 meses de larga pausa en las actividades académicas presenciales que lastimosamente no fue aprovechada para contrarrestar las precariedades que hay en las instituciones educativas.
Esa pausa era la ocasión perfecta para concretar las obras de refacción y poner en orden las gestiones para la provisión del almuerzo y merienda escolar, cosa que no ocurrió.
Gran parte de los fracasos en las inversiones en Educación tienen que ver con la mala ejecución del Fonacide. Según informes de la organización Reacción Paraguay, existen serias falencias en cuanto a la ejecución de Fonacide no solo en Ciudad del Este sino en todo el país, siendo la demora y la falta de transparencia las principales fallas.
Solo en esta capital departamental, 38 escuelas tuvieron que iniciar las clases de forma virtual por falta de agua, pues no cuentan con pozos artesianos u otros medios de provisión que garanticen el abastecimiento de agua potable.
Igualmente en otras escuelas las clases no comenzaron porque las obras no se terminaron. Parece hasta un chiste de mal gusto que en dos años de suspensión de clases por motivos sanitarios no se hayan aprovechado para dar solución a los múltiples problemas que enfrentan las escuelas públicas.
En tanto los niños que sí pudieron retornar a las clases deben pagar por otra inoperancia de las autoridades: atraso en la entrega de almuerzo y merienda escolar. Muchas de las municipalidades del Alto Paraná, recién en estos días comenzaron a hacer los llamados a licitación y otras están en la fase de pliego de bases y condiciones.
Cómo es posible que conociendo los plazos, la fecha de inicio de las clases, no haya una previsión en ese sentido.
Las municipalidades y las gobernaciones reciben millones de los recursos de Fonacide; cabe a los padres, directores y la comunidad educativa en general exigir una ejecución oportuna y transparente de los mismos.
Si la comunidad educativa no se involucra, no controla y se mantiene al margen de estas malas ejecuciones del Fonacide, los niños seguirán padeciendo las precariedades, sin agua, sin aulas y sin otras condiciones mínimas para el aprendizaje.