La aversión a la pérdida

Numerosos economistas, y principalmente psicólogos economistas especializados en la disciplina conocida como “Economía del Comportamiento” vienen hablando de esta revelación encontrada en el comportamiento humano cuando se le propone dos bienes en disputa y que hace que los seres humanos seamos más propensos a apostar más en la ganancia actual perdida que en una ganancia futura prometida.

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Varios psicólogos economistas — entre ellos Richard Thaler, Premio Nobel de Economía — formularon esta tesis para aplicarla a las políticas públicas a fin de conseguir una mayor aceptación de decisiones de gobiernos que estimulen a la participación ciudadana porque al decir de otro psicólogo economista — Dan Ariely — “la economía debería ser estudiada como es y no como debería ser”

Es así que han surgido numerosas iniciativas de distintos gobiernos — destaca el inglés bajo la conducción de David Cameron — que desarrollaron políticas en las que los beneficios se centran no en un bien futuro sino en el bienestar que pueden llegar a perder quienes no se acojan a las nueva decisión política.

Nuestra administración pública necesita con urgencia tener esta visión para una “nueva arquitectura de las instituciones” al decir del laureado Thaler. No podemos pretender que la gente se adscriba a sistemas de pensiones, ahorre, pague impuestos, formalice su economía con la sola promesa de un bien a futuro o con la débil amenaza de sanciones de un estado muy displicente en su rol de policía.

¿No sería mejor explicar a la gente que perderá el derecho a la salud hoy si no se adscribe al sistema de IPS, en lugar de amenazar con castigos por un bien que se encuentra lejos en el tiempo? ¿No sería mejor incentivar a acercarse a realizar trámites de inscripción en las bases de información a los ciudadanos con un beneficio presente — por ejemplo la gratuidad — que solo disponer sanciones por la omisión de registro en determinadas bases de datos de la administración?

Poco a poco los neurocientíficos van descubriendo las formas en que actúa el cerebro y que facilitan la comprensión de su funcionamiento. Llevamos años de atraso en tomar la delantera en lo que hoy se conoce y utilizar de esos beneficios para un mejor gobierno.

¿Porqué seguimos pidiendo fotocopias ya sea de certificados de nacimiento o de cédulas de identidad para casi todos los trámites si con ajustes sencillos podrían realizarse los mismos trámites a través de medios digitales?

Hoy vemos una realidad: existen vacunas, la gente sabe que pueden morir si no se la aplican, su aplicación es gratuita y aún así la gente no acude a los vacunatorios en el porcentaje que se esperaba. ¿Porqué haría el ciudadano un esfuerzo o sacrificio mayor para inscribirse — por ejemplo — para pagar impuestos?

El mundo siguió girando desde que estos sistemas fueron ideados hace más de medio siglo. Quedamos rezagados principalmente porque los tomadores de decisión se han quedado inmovilizados por las pesadas estructuras burocráticas que representan votos y poder para unos pocos, mientras una enorme masa ciudadana sigue mendigando kilómetros de filas para poder hacer un trámite que lo podrían hacer desde sus casas.

La informalidad gana. La inseguridad — física y jurídica — también.

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