El problema no es el dinero, sino su mala distribución

Ante las medidas de presión de los docentes para una mejora salarial y la intransigencia gubernamental, miles de estudiantes quedaron a la deriva víctimas de un sistema presupuestario perverso que repercute en ellos y los condena a un retraso educativo difícil de recuperar.

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El Presupuesto causa estos conflictos al no ser ya instrumento de desarrollo, sino arma politiquera. He ahí el drama de fondo.

Año tras año se repiten el conflicto de docentes y médicos, que reclaman una retribución justa por su labor, y las acciones que perjudican a sectores ciudadanos. ¿Por qué no se satisfacen sus reclamos?

Si se analiza lo que ha venido ocurriendo con el Presupuesto General de Gastos de la Nación, se nota que el problema no está en la cantidad de dinero disponible, sino en su absurda distribución. Absurda porque los intereses partidarios, derivados del interminable electoralismo, hicieron del Presupuesto fuente de los fondos para el régimen clientelar. El Presupuesto ya no se hace mirando el interés de la Nación, sino asegurando su funcionalidad para financiar la “política”.

Un médico con 12 o 14 años de estudios y especializaciones, muchas de ellas en el exterior, gana 4 millones y una asistente de oficina pública sin mayores cualidades más que su adhesión partidaria, o alguna otra adhesión, tiene un salario de 15 millones o 20 millones, incluyendo esa extravagancia del “presentismo” más las ayudas alimentarias, escolares y de otro tipo.

A su vez, una docente recibe alrededor del sueldo mínimo y debe trabajar hasta 10 horas diarias preparando clases, dando clases, atendiendo a consultas de padres, corrigiendo tareas, calificando exámenes. Varias de ellas debieron incurrir en gastos fuera de su alcance al adquirir equipos para las clases virtuales.

El Presupuesto, según pasan los años, acumula vicios imposibles ya de desterrar. Lo que se hizo fue replicar y aumentar gastos establecidos, necesarios o no, especialmente salarios para operadores. Alguna vez se intentó una rectificación, incluso por ley. Los partidos fueron las murallas contra el cambio. En su artículo 88, la ley 1535 de 1999 establecía para el 2001 la base presupuestaria cero. Es decir, un Presupuesto nuevo sobre planes y objetivos. Otra ley, la 1636/00, postergó el mecanismo para el 2002. Se aludió que había muchas dificultades técnicas y la ley no se cumplió. En el 2010 se volvió a tratar el tema, pero tampoco prendió. El Presupuesto fue creciendo con sus inequidades, priorizando el clientelismo, y aunque hubo incrementos en el rubro de Educación, las docentes siguieron siendo cenicientas respecto a otros rubros opulentos.

Una de las tareas prioritarias de quienes deseen el poder en el 2023 es comenzar a estudiar cómo elaborar un Presupuesto que priorice al país y a sus sectores esenciales. Si no, por ejemplo, cada año los estudiantes seguirán perdiendo clases, en un mundo que exige alta competitividad en conocimientos. Dinero hay, pero la mayor parte está manejada por los políticos y direccionada hacia los intereses de los políticos.

nerifarina@gmail.com

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