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Estaba “re-pichado” había sido “Pinocho” por las críticas de los medios de prensa. Para incluir en un informe de gestión frases de ese nivel es porque está mascando sus fracasos porque no estamos mejor, salvo ellos que están en el poder.
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Los perifoneros intentaron instalar ayer desde temprano –pero sin éxito– que Peña gua’u no es un “pichado” ni soberbio, sino que fue “canchero” y ñandeko sincero. Moopio...
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Este chico vive en un termo definitivamente para desgracia del Paraguay. Cree que los que le apoyan son los “lindos” y los “buenos” y que forman parte de la “aplanadora del bien”, y que los opositores solo buscan criticar para ganar votos o poner palos en la rueda.
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Esta frase que repiten los cartistas no es nada original, porque ya lo decían los stronistas. Gracias a Dios llegó un 2 y 3 de febrero de 1989.
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En el foro de autoritarios demodé que se realizó en Asunción, Peña se sacó la máscara y evidenció que es un fanático de la ultraderecha. Y muchos ayer se preguntaron por qué no se refirió a los paraguayos residentes en el exterior; la respuesta es sencilla: idolatra al político español Santiago Abascal, quien odia a los inmigrantes, incluidos paraguayos.
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Para quienes tenían dudas, “Pinocho” es una especie de Dr. Jeckill y Mr. Hyde. Dice amar la democracia y hasta propone un feriado (con fecha equivocada), pero en la práctica le irritan las críticas que no coinciden con su pensamiento. Así también eran Stroessner, Montanaro, Ramón Aquino, etc.
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Lamentable este gobierno de “Horror Colorado”, que secuestró las esperanzas de los familiares de los tres secuestrados. Peña ni se acordó, pero por poco no hizo hurras por “programas estrella” con millonarias licitaciones que sí beneficiaron a sus amigos.
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Agradeció la sanción al proyecto de ley de Sistema nacional de pagos, que contribuye al “conglomerado” de sus amigos, pero le da la espalda al ciudadano de a pie. Claro, como viaja en helicóptero poco o nada le interesa el transporte público.