Haciendo un poco de historia, Rodrigo Aguilar, quien lleva adelante el proyecto, cuenta que la chuta o jatropha, es una planta cuyos frutos eran utilizados, en la época de la colonización, para obtener un aceite (biodiésel) combustible para iluminar las calles, y por muchos años se pensó que era su única utilidad.
Sin embargo, hace 10 años, la Cooperativa Volendam empezó una etapa de investigación, con la importación de genotipos de 150 ejemplares de todo el mundo para trabajar en el mejoramiento. Ciertos genotipos mexicanos eran utilizados para alimentación humana, específicamente aquellos que no tenían ésteres (que lo hace indigestible para el cuerpo humano), explicó.
Nuez de chuta con eucalipto
Una de las unidades de producción en donde se desarrolla la chuta con eucaliptos está ubicada en la Colonia Barbero, San Pedro, en la estancia, propiedad de Forestal Azul SA. En una hectárea de 200 árboles de eucalipto, y en medio de los espacios, se colocan 800 plantas de chuta, produciendo madera de calidad a baja densidad y nueces de chuta, donde la pastura se suma como cobertura contra malezas.
“La primera fructificación se empezó a ver a los seis meses, a casi un año de su plantación, la cantidad de frutos por cada planta justifica el ingreso de personas para cosecha. El nivel de producción de las nueces por hectárea/año va en aumento desde el año 1 con 100 kg/ha hasta el año 4 donde se espera llegar a los 1000 kg/ha”, comenta Aguilar.
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Productos de exportación
La chuta comestible es para exportación y hasta el momento el destino ha sido la Unión Europea. Aguilar comenta que tuvieron varios envíos: “Es un mercado que se está desarrollando con buena aceptación”.
Actualmente, el programa tiene 900 hectáreas de cultivo (300 en el distrito de Lima y 600 en Barbero) y generalmente empiezan a producir frutos en octubre. Desde enero la fructificación es más intensa, con diferentes estadios de frutos, prácticamente del verde al amarillo se llega en dos semanas al punto de cosecha; la recolección es manual y posteriormente se lleva para una selección y limpieza del producto.
Económica y ambientalmente viable
Finalmente, Aguilar sostiene que el sistema de producción es económica y ambientalmente viable, tomando en cuenta que la chuta genera un flujo constante por la cosecha y venta de nueces, a la par que el eucalipto crece sin ser afectado, permitiendo ingresos y un balance positivo más precoz que con una plantación forestal convencional, sin resignar el margen por hectárea a lo largo del proyecto, además de amortiguar riesgos por medio de la diversificación.
“Del eucalipto se obtendrá madera de calidad (rollos laminables), no se prevén raleos durante el ciclo forestal de 10 años. De la chuta se espera una producción entre 6.000 y 8.000 kg de nuez a lo largo de los 10 años”, comenta Aguilar.
Ingresos por ganadería
Rodrigo Aguilar reveló que adicionalmente se maneja la posibilidad de ingresar ganado durante la época invernal entre las líneas de plantación; como opción de alimento están las pasturas implantadas para cobertura, tomando en cuenta que en invierno generalmente no presentan frutos y se realizan podas de formación a las plantas. Según el especialista, esto podría generar adicionalmente ingresos entre US$ 50 y 70 por hectárea.
“Al ser un producto de consumo humano, el control de plagas y enfermedades es casi exclusivamente biológico, también es ambientalmente amigable. De necesitarse el uso de fitosanitarios lo hacemos respetando estrictamente las normas internacionales; y a esto le sumamos la alta demanda de mano de obra para la cosecha, creando un impacto social positivo en el entorno”.