ABC Rural conversó con Oli James, productor que apuesta a una producción sustentable con un desarrollo agroindustrial a pequeña y mediana escala, y sobre todo con el propósito de generar oportunidades para las familias campesinas.
Este fruto de piel aterciopelada y de color rojo, con una pulpa aromática agridulce, nació como una apuesta por diversificar y buscar productos de alto valor que pudieran cultivarse en zonas rurales, con el objetivo de fomentar el arraigo campesino y dar un paso hacia la agroindustria.
Inversión y cuidados
Se cultiva principalmente la variedad Rubus rosifolius, conocida como frambuesa tropical o asiática, una especie rústica, bien adaptada al clima paraguayo, que presenta resistencia a plagas y enfermedades.
La finca cuenta con una hectárea dedicada a las frambuesas, equipada con sistema de riego por goteo, tutores de soporte y prácticas agroecológicas, logrando una producción anual de alrededor de 3.000 kilos, y con precios promedio en el mercado de G. 200.000 por kilo. La cosecha se realiza de junio a octubre y luego un mantenimiento de poda y riego.
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“La producción de frambuesas no requiere grandes extensiones de tierra, pero sí dedicación, planificación y un manejo cuidadoso de los recursos, especialmente del agua y el suelo”, detalló el productor.
Historia y condiciones ideales
La producción de frambuesas se concentra principalmente en zonas más frescas y de mayor altitud como San Pedro, Caaguazú y la Cordillera, aunque también hay experiencias incipientes en Itapúa y Alto Paraná. Estas áreas ofrecen las condiciones ideales: temperaturas moderadas, buena disponibilidad de agua y suelos bien drenados, ligeramente ácidos.
Este emprendimiento comenzó de manera experimental hace más de una década, cuando productores apostaron a diversificar con frutas finas. El interés creció, impulsado por la demanda interna, debido al auge de los alimentos saludables.
“Es un cultivo que genera movimiento económico incluso en superficies pequeñas, algo clave para familias campesinas que buscan alternativas rentables”, remarcó.

Desafíos y oportunidades
James comentó que el calor extremo en verano puede comprometer la calidad de la fruta si no se cuenta con riego suficiente. También se enfrenta a plagas como ácaros, hongos y trips, aunque el manejo agroecológico y la resistencia natural de la variedad elegida ayudan a reducir el impacto.
“En Paraguay necesitamos suelos con buen drenaje y ligeramente ácidos, lo que no siempre se encuentra naturalmente, por eso aplicamos técnicas de mejora y cuidado del suelo”, explicó.
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El 100% de la producción actual (frambuesas frescas y congeladas) se comercializa en el mercado local, principalmente en el departamento Central. “Creemos que la clave será competir más en productos derivados, como mermeladas artesanales o congelados listos para la industria”, comentó.
Innovación y tecnología
James sugiere combinar varias prácticas para mejorar la calidad y el rendimiento, riego por goteo y fertirrigación, para un uso eficiente del agua, tutorado de plantas, que mejora la aireación y facilita la cosecha manual, podas regulares y planificación escalonada de la producción, que aseguran fruta en distintos momentos del año, cobertura del suelo y uso de lombrices californianas, que mejoran la fertilidad y retienen humedad y manejo agroecológico, priorizando técnicas naturales frente a químicos.
Impacto social y visión a futuro
Más allá de lo económico, para James detrás de la producción hay un impacto positivo en las comunidades rurales fomentando el arraigo campesino, empleo durante la plantación, mantenimiento y cosecha, y permite que familias que antes migraban a las ciudades puedan quedarse en sus tierras.
La creciente demanda proviene de restaurantes, heladerías, pastelerías y comercios gourmet, que valoran la calidad del fruto paraguayo. “Aún falta masificar el consumo, pero cada vez más gente se anima a probar y repetir. La percepción es muy positiva”, aseguró el productor.
Caramelos del bosque
La frambuesa es mucho más que una fruta vistosa y sabrosa: detrás de su delicado aspecto hay un tesoro nutricional. Es un arbusto silvestre, con tallos subterráneos, semileñoso, erecto y espinoso, que alcanza entre 1,5 y 2,5 metros de altura. Sus frutas son pequeñas drupas redondas, cubiertas por una piel aterciopelada de tono rojizo que posee una cantidad moderada de glúcidos (carbohidratos), proteínas y lípidos (ácido graso y glicerina), con apenas 26 Kcal por cada 100 gramos.