Desde mi experiencia en el campo, como tercera generación de ganaderos, veterinaria y productora, aprendí que el liderazgo se construye día a día, en decisiones grandes y pequeñas, en el trabajo en equipo y en la resiliencia ante los desafíos. Es clave conocer nuestra realidad, contexto, metas y recursos disponibles para alcanzar objetivos, siempre con una visión clara y compromiso.
El campo es un mosaico de oficios, agricultura familiar, ganadería, avicultura, ovinocultura, lechería, horticultura y muchas más. A diferencia de otros ámbitos empresariales, en el campo, cada productor aporta no solo su conocimiento, sino también su historia y pasión, manteniendo tradiciones que se reinventan con nuevas tecnologías y prácticas que mejoran la productividad y apuestan a la sostenibilidad.
En Paraguay, la tierra nos enseña la importancia de la paciencia y la preparación, a esperar la cosecha, valorar el trabajo en equipo y confiar en la naturaleza. Nuestra producción no tiene nada que envidiar; la calidad de granos y carne es altísima. Sin embargo, debemos mejorar el enfoque, ya no es solo subsistencia, sino un negocio rentable que requiere manejo profesional y estratégico.
Liderar en el campo no es fácil; los retos son grandes y parecen insuperables. Aunque el avance de la tecnología es parte del campo, acceder a ella implica una gran inversión, y el financiamiento sigue siendo un sueño para muchos pequeños productores.

La inversión y capacitación son barreras, pero también oportunidades para quienes se atreven a innovar en un rubro que tiene mucho por explotar. Las condiciones climáticas impredecibles, como sequías y lluvias intensas, junto con la volatilidad de precios internacionales, ponen a prueba nuestra capacidad de adaptación. Una buena planificación estratégica y preparación para el cambio marcan la diferencia. El acceso a mercados formales y cumplir con requisitos sanitarios y de trazabilidad son un desafío constante, pero abren puertas a mejores oportunidades y crecimiento que llevarían al Paraguay a un nivel que el mercado internacional exige en la actualidad. Destaco el papel fundamental de la mujer en el campo, cada vez más visible y líder en cooperativas, asociaciones y empresas familiares. Su aporte es clave y un orgullo ver cómo su voz se fortalece y su trabajo es reconocido.
A pesar de las dificultades, el campo está lleno de gratitud. Liderar en el campo es un oficio noble y desafiante, donde los logros se celebran y los fracasos se convierten en lecciones valiosas. Es un liderazgo construido con esfuerzo, visión, equipo y tradición. Hoy, más que nunca, el futuro del Paraguay se siembra, cuida y cosecha en el campo, de la mano de quienes lo lideran con pasión, compromiso y esperanza.
Dra. Veterinaria