Ají: picante en el paladar y difícil en el campo

El ají es un cultivo que podría consolidarse como alternativa dentro de la agricultura familiar en Paraguay. Sin embargo, enfrenta limitaciones vinculadas al mercado, la organización de los productores y el escaso apoyo institucional.

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En conversación con ABC Rural el ingeniero agrónomo Alberto Huespe, especialista en horticultura, quien trabaja en este rubro desde 2007, detalló que actualmente las variedades de ají más comunes entre los productores son la malagueta, el criollo –menos picante–, y otras como el jalapeño y el habanero, este último recientemente introducido por una cooperativa en el norte del país. También se ensaya en cuatro variedades enviadas desde China, en el marco de trabajos de investigación impulsados desde el Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA).

Un buen inicio que perdió fuerza

La producción local de ají tuvo un impulso inicial entre 1997 y el 2000, luego se fue apagando debido a la falta de mercado. El experto informó que empresas como Ochsi y Frigorífico Guaraní, compraban en pequeñas cantidades; sin embargo, no fue suficiente para sostener el entusiasmo. “Se intentaron experiencias de secado para exportación, pero fracasaron por negligencias. El producto tiene demanda, pero faltan detalles clave como asistencia técnica, semillas, insumos y respaldo institucional”, subrayó Huespe.

El tiempo de la cosecha se realiza entre noviembre y abril, y el cultivo requiere materia orgánica y fertilizantes, dado que su ciclo es largo. Dependiendo de la variedad, se utilizan marcos de siembra de hasta 1 metro por 1 metro, similares a los del locote. El experto destacó que una ventaja que tiene el ají maduro es que puede permanecer en la planta hasta 22 días sin descomponerse, facilitando su recolección.

El principal desafío radica en la comercialización: la venta en fresco es la forma preferida por los productores, ya que permite obtener dinero rápido, pero el mercado es limitado y por otra parte no hay suficiente conocimiento o apoyo para fomentar el secado y molido del producto, lo que permitiría llegar a empresas que demandan mayores volúmenes.

Algunas experiencias caseras han dado paso a la elaboración de salsas tipo pasta o ají molido, pero el mercado requiere una producción mínima, por ejemplo, 500 kilos para empresas como Ideal, lo que escapa a las capacidades de los productores individuales. “Falta que el Gobierno, una cooperativa o la gobernación ayude a unir a los productores para que puedan llegar a esa cantidad”, propuso.

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Producción y costo

El costo de producción por hectárea ronda los 12 millones de guaraníes, que incluye mano de obra, bolsas, insumos y eventualmente riego. La mayoría de los productores utiliza semillas propias, lo que ayuda a reducir costos. A pesar de ello, Huespe indicó que el cultivo aún no está incorporado como prioridad en la agricultura familiar, aunque ve con optimismo un creciente interés del consumidor paraguayo por los productos picantes.

Hubo iniciativas privadas para plantar ají tabasco con destino a exportación en zonas como General Aquino y Guajayvi, sin embargo, según el especialista, no se cuenta con información consolidada al respecto, la producción es limitada y depende del consumo de industrias que elaboran embutidos o butifarras, como en Caacupé o San Juan Bautista Misiones, además de algunas empresas que compran esporádicamente.

Ciclo de cosecha

El ají se adapta perfectamente a nuestro clima, incluso sin sombraje, y es un rubro alternativo con mucho potencial si se encamina bien”, sostuvo Huespe.

Respecto al punto de cosecha ideal, indicó que es cuando el fruto alcanza un color rojo fuerte, condición óptima para su posterior secado y el proceso de maduración puede extenderse cuando las temperaturas son más bajas, lo que retrasa el cambio de color.

La cantidad de kilos obtenidos por planta depende directamente del desarrollo de la misma: cuanto más crecida y sana esté, mayor será la producción. El período de cosecha dura dos meses, según Huespe, posteriormente, los productores realizan tareas de reincorporación de materia orgánica y fertilizantes al suelo.

A los dos meses de esta intervención, las plantas florecen nuevamente, generando una segunda tanda de frutos que serán también cosechados, en un modelo de producción que permite dos cosechas anuales por ciclo de plantación.

Ají: picante en el paladar y difícil en el campo
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Estados Unidos, el primer mercado

La Cooperativa AgroNorte de San Pedro ha encontrado en el ají picante una nueva oportunidad de expansión comercial. Mediante alianzas estratégicas con la Red de Inversiones y Exportaciones (Rediex) y el Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave), logró abrir el camino hacia el mercado estadounidense, estableciendo contacto a través de una empresa ecuatoriana que no solo se comprometió a comprar la materia prima a los productores, sino que también decidió apostar a la industrialización local.

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