INPASA, del corazón de Paraguay al liderazgo global en biocombustibles

La planta de Nueva Esperanza no es solo la unidad industrial original del grupo: es también un centro de actualización permanente.
La planta de Nueva Esperanza no es solo la unidad industrial original del grupo: es también un centro de actualización permanente.

Con nueve plantas distribuidas entre Paraguay y Brasil, y una producción diaria que supera los 16 millones de litros de etanol, INPASA se posiciona como uno de los mayores productores de biocombustibles del mundo. Su modelo combina tecnología, integración agrícola y visión de largo plazo. En esta entrevista exclusiva con sus principales directivos, repasamos la trayectoria, el impacto territorial y la hoja de ruta de una agroindustria que ya opera en escala continental.

Con una red de nueve plantas activasdos en Paraguay y siete en Brasil— y una producción que supera los 16 millones de litros de etanol por día, Industria Paraguaya de Alcoholes SA (INPASA) se ha consolidado como uno de los principales productores de biocombustibles a nivel mundial. Fundada en 2006 en el departamento de Canindeyú, la empresa se especializa en la transformación industrial de granos y caña de azúcar para la elaboración de alcohol carburante, biodiésel y una gama de derivados de alto valor agregado.

Su director general, Enzo Olmedo, quien es abogado de formación, lleva casi dos décadas liderando el crecimiento del grupo en la región. Bajo su gestión, INPASA pasó de ser una destilería pionera en Paraguay a convertirse en una referencia tecnológica e industrial en América Latina. “INPASA terminará el 2025 con una producción anual de 5,7 billones de litros de alcohol. Eso representa la increíble cifra de 16 millones de litros de etanol producidos de manera diaria, lo que nos consolida como uno de los mayores productores de etanol del mundo”, afirma.

Desde sus plantas locales, INPASA exporta al menos el 40% de su producción total de etanol.
Desde sus plantas locales, INPASA exporta al menos el 40% de su producción total de etanol.

Tecnología, eficiencia y una lógica de réplica regional

El proceso no fue inmediato ni lineal. “Atravesamos un largo proceso de aprendizaje con las dos primeras industrias en Paraguay. Posteriormente, con la experiencia técnica y operativa plenamente consolidada, pudimos replicar el modelo hasta alcanzar la escala que hoy nos posiciona como líderes en la producción de etanol en la región”, explica Olmedo.

Detrás del crecimiento hay una lógica clara, que apunta a la inversión en tecnología desde el inicio, eficiencia operativa como estándar de base, y un modelo de aprovechamiento integral de materias primas. A eso se suman condiciones estructurales que Olmedo identifica como claves: disponibilidad local de granos, energía limpia a bajo costo y un marco macroeconómico previsible.

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El salto a Brasil, con siete plantas activas en zonas estratégicas del agronegocio, ratifica la replicabilidad del modelo. “No nos enfocamos únicamente en la expansión propiamente dicha, sino también en la diversificación y en la innovación”, remarca el director. Esa combinación convirtió a la firma en una agroindustria regional con visión tecnológica, peso exportador y capacidad de escala sostenida.

"INPASA es hoy el principal actor del mercado de biocombustibles del Paraguay, abasteciendo a las principales distribuidoras locales y exportando al mundo un producto de calidad y de probada confiabilidad", afirma Olmedo.
"INPASA es hoy el principal actor del mercado de biocombustibles del Paraguay, abasteciendo a las principales distribuidoras locales y exportando al mundo un producto de calidad y de probada confiabilidad", afirma Olmedo.

El liderazgo de INPASA en un mercado en expansión

La producción de biocombustibles hoy en Paraguay no puede entenderse sin el rol de compañías como INPASA. En este caso, la empresa no solo fue pionera en industrializar cereales para la elaboración de etanol, sino que hoy abastece prácticamente toda la demanda del mercado interno y exporta el excedente a destinos exigentes como Brasil, Uruguay, Europa y Asia.

El marco legal fue determinante. “La Ley de Fomento de los Biocombustibles de 2005 y la Ley 5.444/15 que estableció los porcentajes obligatorios de mezcla del etanol con las naftas fueron claves para el desarrollo del sector”, señala Olmedo. Hasta entonces, el país dependía casi exclusivamente de la caña de azúcar como insumo para el alcohol. La instalación de INPASA, con un enfoque basado en maíz y sorgo, marcó un punto de inflexión productivo.

Un sector que crece con el parque automotor

En contraste, durante los últimos quince años Paraguay experimentó un crecimiento sostenido cercano al 10% anual en su parque automotor. Este aumento no solo elevó el consumo de nafta, sino que, por efecto de la mezcla obligatoria, amplificó la demanda de etanol. INPASA respondió con escala: en la actualidad, produce 73 millones de litros de biodiésel por año y un volumen de etanol que supera ampliamente las necesidades locales.

INPASA se posiciona como líder absoluto en producción de etanol, pudiendo por sí sola abastecer toda la necesidad del mercado interno. Por eso recurrimos a la exportación del remanente. INPASA es hoy el principal actor del mercado de biocombustibles del Paraguay, abasteciendo a las principales distribuidoras locales y exportando al mundo un producto de calidad y de probada confiabilidad”, afirma su director.

En perspectiva regional, el peso del grupo también es evidente. Las dos plantas en Paraguay y las siete en Brasil proyectan una producción anual combinada de 6.000 millones de litros al cierre de este año. La cifra no solo ratifica su protagonismo en la región, sino que posiciona a INPASA entre los mayores productores de etanol a escala global.

"Los estándares internacionales, en especial de los mercados europeos, nos obligaron a certificar todos nuestros procesos de producción", subraya Olmedo.
"Los estándares internacionales, en especial de los mercados europeos, nos obligaron a certificar todos nuestros procesos de producción", subraya Olmedo.

Infraestructura, trazabilidad y vínculo con el agro

La planta de Nueva Esperanza, en el departamento de Canindeyú, no es solo la unidad industrial original del grupo: es también un centro de actualización permanente. “Es un complejo industrial en mejora continua. Incorporamos sistemas de automatización, monitoreo en tiempo real, mayor eficiencia energética y tecnología avanzada en tratamiento de efluentes”, detalla Olmedo. A esto se suma una capacidad robusta de cogeneración, clave para reducir la dependencia externa y disminuir la huella ambiental.

Esa consistencia operativa se traslada a la red de proveedores agrícolas. INPASA trabaja con productores de maíz y sorgo de todo el país bajo contratos de previsibilidad, asistencia técnica y demanda estable.

En maíz, por ejemplo, consumimos aproximadamente un millón de toneladas al año, lo que representa cerca del 15% de la producción nacional”, precisa el director. Este volumen no solo impulsó la expansión del cultivo en zonas como San Pedro, donde se ubica la segunda planta industrial, sino que reconfiguró el rol de Paraguay en la cadena agroindustrial: de exportador de grano crudo a generador de producto final con valor agregado.

"Apostamos por la región y desarrollamos una operación que hoy incluye más de 6.500 hectáreas de cultivo propio de caña de azúcar", destaca Lopes.
"Apostamos por la región y desarrollamos una operación que hoy incluye más de 6.500 hectáreas de cultivo propio de caña de azúcar", destaca Lopes.

Certificaciones y economía circular como estándar

Para operar en mercados regulados, el cumplimiento de normas internacionales es innegociable. Por eso, INPASA cuenta con certificaciones como FSSC 22000, BPF, ISCC EU, 2BSvs, ISO 9001:2015, NP-ISO/IEC 17025, Kosher, OMRI, IBD y Azúcar Orgánico, entre otras. “Estas credenciales nos permiten operar en mercados regulados, fortalecen nuestra reputación y elevan permanentemente nuestro nivel de exigencia interna”, apunta Olmedo.

Desde lo productivo, la lógica de aprovechamiento total es evidente. Solo en DDGS —subproducto del maíz destinado a nutrición animal— la empresa genera 292.000 toneladas por año. A eso se suman prácticas como reducción de consumo de agua, reutilización de efluentes, uso de biomasa forestal para energía térmica y proyectos de reforestación en zonas de influencia.

Aplicamos un modelo de economía circular. Del maíz y del sorgo prácticamente todo se transforma”, resume Olmedo. Esa visión técnica —enfocada en eficiencia, trazabilidad y sostenibilidad— forma parte del núcleo estratégico de una empresa que busca competir con estándares globales desde el corazón productivo del país.

Exportación, logística y una estrategia que tracciona

Desde sus plantas locales, INPASA exporta al menos el 40% de su producción total de etanol. Los destinos incluyen mercados como Brasil, Uruguay, países europeos y asiáticos, donde los requisitos de trazabilidad y sostenibilidad son especialmente exigentes. Ese esquema no solo obliga a sostener estándares altos, sino que también se volvió una ventaja competitiva.

Los estándares internacionales, en especial de los mercados europeos, nos obligaron a certificar todos nuestros procesos de producción y el producto en sí. Eso nos convierte en una planta con alta excelencia, eficiencia y confiabilidad, haciendo conocer el mercado paraguayo de biocombustibles al mundo entero”, explica Olmedo.

Asimismo, el uso de biomasa y energía renovable, la certificación de procesos y la trazabilidad de insumos forman parte de una estrategia que no solo permite cumplir con regulaciones, sino anticiparse a las tendencias globales en materia energética.

INPASA cuenta con certificaciones como FSSC 22000, BPF, ISCC EU, 2BSvs, ISO 9001:2015, NP-ISO/IEC 17025, Kosher, OMRI, IBD y Azúcar Orgánico, entre otras.
INPASA cuenta con certificaciones como FSSC 22000, BPF, ISCC EU, 2BSvs, ISO 9001:2015, NP-ISO/IEC 17025, Kosher, OMRI, IBD y Azúcar Orgánico, entre otras.

Paraguay mediterráneo: límites físicos, márgenes estratégicos

No menos importante es hablar de territorio, ya que la ubicación geográfica es uno de los factores estructurales que más condicionan la competitividad industrial paraguaya. “Paraguay es un país mediterráneo y eso exige planificación eficiente en transporte y puertos”, admite Olmedo.

La necesidad de trazar rutas logísticas viables, predecibles y sostenidas es parte del día a día operativo. Aun así, desde INPASA sostienen que los resultados confirman que el modelo es viable, incluso desde el interior del país: “Demostramos que se puede exportar con competitividad desde el corazón de Sudamérica”.

En términos de desafíos estructurales, el directivo también advierte sobre la necesidad de reglas estables y duraderas. “El principal desafío es mantener reglas claras y de largo plazo que den seguridad a la inversión”, afirma. Esa previsibilidad normativa, combinada con marcos regulatorios modernos, es clave para sostener la apuesta industrial en el tiempo.

La visión del grupo es clara. “El mundo camina hacia los biocombustibles verdes y renovables; y la dependencia cada vez menor de los combustibles fósiles”, proyecta Olmedo. En ese contexto, la empresa ya evalúa nuevas líneas de desarrollo que no se limitan al crecimiento en volumen: incluyen diversificación, innovación y expansión hacia soluciones basadas en química verde, economía circular y bioproductos de nueva generación.

Un modelo que produce, transforma y deja huella

Cuando José Odvar Lopes, propietario y fundador, apostó por instalar una planta industrial en Canindeyú, la región era reconocida por su producción de granos pero carecía de estructura agroindustrial. “Canindeyú es una de las regiones productivas más importantes del país en materia de originación de granos. Pero históricamente con muy poca industrialización. Apostamos por la región y desarrollamos una operación que hoy incluye más de 6.500 hectáreas de cultivo propio de caña de azúcar”, relata.

Hoy, a casi dos décadas de aquella decisión, el grupo INPASA produce millones de litros diarios de etanol, genera 45.000 a 55.000 toneladas anuales de azúcar cristal y lidera también el segmento de biodiésel en el país. “Comenzamos con una pequeña planta industrial, con una producción diaria de 100.000 litros de alcohol. Hoy, el grupo produce 16 millones diarios. Es un crecimiento exponencial sin precedentes en el ámbito de los biocombustibles”, afirma. A pocos meses de cumplir 20 años, la empresa consolida una historia de escala, diversificación e integración productiva, con visión de largo plazo.

Datos varios de la compañía conforme a su producción actual, local e internacionalmente.
Datos varios de la compañía conforme a su producción actual, local e internacionalmente.

Desarrollo con anclaje territorial y mirada social

Igualmente, la filosofía del grupo está sintetizada en una expresión que Lopes repite con convicción: Ser más que energía. No se trata solo de eficiencia industrial, sino de construir un modelo que genere valor más allá del producto. “Significa ir más allá del producto: integrar sostenibilidad, tecnología, compromiso social y responsabilidad ambiental”, explica.

Ese compromiso se traduce en impacto territorial visible. “Aquel crecimiento indirecto que genera el movimiento de más de 500 camiones diarios en la zona de influencia de nuestras industrias, la compra de materia prima de aquel pequeño productor que veía año tras año su producción sin mercado seguro, o aquel mecánico, gomero o vendedor de empanadas que vio su negocio crecer, es un aporte invaluable a la sociedad y a la microeconomía de un pueblo. Eso es lo que más me llena de orgullo y satisfacción”, señala.

Esa es, para él, la verdadera dimensión del impacto: la transformación silenciosa de comunidades enteras a través del movimiento económico y la formalización del trabajo. Proyectando a futuro, Lopes indica que la “visión a largo plazo es consolidarnos como un referente mundial en biocombustibles y, especialmente, en bioproductos de alto valor agregado”.

Además de la producción y la inversión, la empresa ha construido una relación directa con las escuelas rurales de su entorno. “En INPASA creemos que la educación es el único camino para ser libres. Desde los inicios he apoyado continuamente a las escuelas cercanas a mis negocios. Hoy día, INPASA contribuye a la educación construyendo aulas, donando útiles y proveyendo infraestructura a las escuelas que lo requieran”, afirma Lopes. En ese sentido, su visión trasciende el ciclo industrial y apunta a dejar un legado tangible en la estructura educativa y social del interior del país.