Del chatbot de 1966 a los agentes de IA

IA
Del chatbot conversacional al agente de la IA en el 2025.

En el acelerado y volátil mundo de los negocios, donde la eficiencia, omnicanalidad y la personalización son la nueva divisa, la conversación entre humanos y máquinas ha dejado de ser una fantasía de la ciencia ficción para convertirse en una herramienta indispensable.

Para comprender la magnitud de la inteligencia artificial (IA) y los agentes, es necesario mirar atrás, ir hasta el origen de la conversación entre el hombre y la máquina en los años 60. Hace más de 60 años un programa informático encendió la chispa de la modernidad empresarial en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), convirtiéndose en la semilla de la inteligencia artificial e impactando en la relación entre humanos y máquinas.

La semilla de 1966

En 1966, en el MIT, el profesor Joseph Weizenbaum creó Eliza, un programa pionero de procesamiento de lenguaje natural.

Weizenbaum trabajó como programador de General Electric en el Silicon Valley, y construyó una computadora para la Marina, que lanzaba misiles, y otra para el Bank of América, que procesaba cheques.

En 1963, con US$ 2,2 millones de fondos del Pentágono, el MIT lanzó el proyecto MAC, con el objetivo de trabajar sobre congnición asistida por máquinas, software para enviar mensajes entre usuarios e interactuar con la computadora de forma conversacional.

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Eliza no era un chatbot en el sentido estricto, sino una demostración de la posibilidad de comunicar hombre y máquina, con un guión diseñado para simular la conversación con un sicoterapeuta. Su funcionamiento se basó en coincidencias de patrones y reglas de sustitución que reflejaban las preguntas del usuario.

El impacto sorprendió y los usuarios le atribuyeron una inteligencia y comprensión que el programa no poseía.

Aunque Weizenbaum siempre insistió en que su creación era un mecanismo simple, sentó las bases para el desarrollo de la IA conversacional. En términos de negocios, demostró algo fundamental: el público estaba dispuesto a interactuar y, más importante aún, a confiar en una conversación artificial. Con este antecedente, podemos decir que la semilla de la automatización de la atención al cliente fue plantada en 1966.

De Siri y Alexa a ChatGPT

El camino hasta la IA moderna no fue lineal como podría parecer. Durante décadas, los chatbots se basaron en reglas predefinidas o árboles de decisión. Eran eficientes para tareas muy específicas, como responder preguntas frecuentes o guiar al usuario a través de un menú limitado, fallaban ante cualquier consulta fuera de un guion programado.

La verdadera transformación empresarial llegó con la madurez del Procesamiento del Lenguaje Natural (PLN) y el Aprendizaje Automático (Machine Learning). Hitos como la aparición de asistentes virtuales como Siri (2011) o Alexa (2014) demostraron que la voz y la conversación pudieron integrarse en la vida cotidiana. Sin embargo, la disrupción definitiva se materializó con la llegada de los modelos de lenguaje (LLMs) y las plataformas como ChatGPT, Gemini, Deepsek, entre otras.

La era de los agentes de IA

En 2025, el panorama de la interacción digital está dominado por los agentes de IA, que trascienden la etiqueta de chatbot, y se desarrollan programas y sistemas que actúan, razonan y se integran profundamente en los procesos de negocio.

Los agentes de IA utilizan datos del cliente en tiempo real sobre CRM y bases de datos para dar respuestas, gestionar transacciones complejas, e incluso anticipar necesidades. En varios sectores estos agentes automatizan hasta el 80% de las preguntas rutinarias, liberando a los equipos humanos para tareas de alto valor.

La adopción de la IA conversacional está generando ahorros importantes para ofrecer soporte 24/7, sin incurrir en los altos costos de una infraestructura de call center tradicional. Un agente de IA bien desarrollado procesa pedidos y gestiona el soporte de primer nivel.

Los agentes más avanzados ya no solo entienden el texto, sino que analizan el tono emocional del usuario para modular su respuesta, y son verdaderamente omnicanal, permitiendo al cliente iniciar una consulta por la web, continuarla por WhatsApp y finalizarla por correo electrónico, sin perder el hilo de la conversación.

El futuro autónomo

La trayectoria apunta a agentes de IA cada vez más autónomos. Estos sistemas no solo responderán, sino que tomarán decisiones, ejecutarán tareas complejas de principio a fin, e incluso interactuarán con otros agentes de IA en nombre de la empresa. La línea entre un empleado digital y un software se volverá cada vez más borrosa.

Sin embargo, este futuro tiene desafíos, especialmente en un mercado en desarrollo como el paraguayo. Las consideraciones éticas, como la privacidad de los datos, la transparencia de los algoritmos y el sesgo de la IA se convierten en un eje central.

Desde la sencilla simulación de conversación de Eliza en los años 60 hasta los agentes de IA que impulsan el crecimiento y la eficiencia en 2025, la evolución ha sido un viaje de seis décadas.

El desafío para el ecosistema empresarial paraguayo radica en integrar esta tecnología de forma ética e inteligente, transformando la conversación artificial en una ventaja competitiva sostenible que permita a las empresas ser mas eficientes, competitivas y productivas. El futuro de los negocios pasa inevitablemente por el diálogo entre la máquina y el hombre y esto empezó hace más de 60 años.