Ranking Global: La encrucijada del comercio sostenible

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Las naciones que menos dependen de la naturaleza para crecer liderar el ranking global del MD

Reino Unido, Nueva Zelanda y Australia lideran el ranking global. Treinta economías son evaluadas en el Índice de Comercio Sostenible del IMD sobre cómo crear riqueza cuidando 3 ejes básicos: crecimiento económico, desarrollo social y cuidado de la naturaleza. Las economías menos dependientes de la naturaleza para crecer dominan el mapa mundial.

En un panorama global con la creciente ola de proteccionismo y la presión por la descarbonización, el comercio mundial ha pasado de ser una simple métrica de volumen a una causa de mercado.

Hoy, la viabilidad a largo plazo de una economía comercial se mide en términos de sostenibilidad, resiliencia y compromiso social. Esta es la principal conclusión que se desprende de la reciente edición del Índice de Comercio Sostenible (Sustainable Trade Index, STI), elaborado por la Fundación Hinrich y el Centro de Competitividad Mundial del IMD (International Institute for Management Development).

El STI 2025 evalúa la preparación de 30 economías comerciales a través de 72 indicadores distribuidos en tres pilares fundamentales: económico, societal y ambiental. El informe opera como una brújula estratégica para los líderes empresariales, una hoja de ruta para el mundo de los negocios: los compromisos estratégicos que las naciones deben asumir, revelando que el progreso en sostenibilidad nunca es lineal.

Reino Unido lidera por la menor dependencia de la naturaleza

Reino Unido ha transitado hacia un comercio que oferta al mercado global productos con mayor valor agregado, reduciendo su dependencia de las exportaciones basadas en recursos naturales.

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Estados Unidos, en novena posición, sigue la tendencia. Las economías que lideran el índice integran apertura económica, progreso social y responsabilidad ambiental, sobre sistemas educativos robustos y estándares ambientales.

Las economías emergentes avanzan en las mejoras ambientales sin abandonar modelos intensivos en carbono. China, en el puesto 16, ejemplifica este enfoque: redujo su dependencia del comercio de recursos del 13,3% al 5,6% y mejoró el tratamiento de aguas residuales, aunque su industria manufacturera sigue generando impactos ambientales.

Crecimiento vs. el planeta

El hallazgo del informe es la existencia de una tensión directa entre las prioridades económicas de las naciones y los objetivos ambientales, especialmente en las economías en desarrollo.

El informe subraya que para los países en desarrollo, la necesidad de generar crecimiento económico y empleo a corto plazo, impulsando la industrialización y el acceso a mercados, choca con los costos inmediatos de implementar políticas como la transición a energías limpias o la inversión en infraestructuras verdes.

Es una paradoja: mientras el comercio es esencial para sacar a millones de personas de la pobreza, el modelo actual amenaza la estabilidad ambiental. Para las empresas con cadenas de suministro basadas en estas regiones, esto se traduce en un riesgo regulatorio y reputacional creciente, que exige estrategias de mitigación proactivas y alianzas de inversión en sostenibilidad.

Curiosamente, las economías avanzadas tampoco están exentas de sus propios compromisos. A pesar de liderar históricamente las clasificaciones de sostenibilidad, estos países enfrentan desafíos. Por un lado, la presión económica interna y el descontento social están alimentando el proteccionismo y empujando a los gobiernos a implementar barreras arancelarias y no arancelarias.

IMD
Ranking global, Paraguay no ha participa en el estudio. Chile lidere en la región.

Tres pilares para la resiliencia empresarial

Los 72 indicadores del informe se focalizan en tres pilares claves:

El pilar económico: evalúa la salud de los fundamentos comerciales, resiliencia estructural y analiza elementos como la eficiencia de las aduanas, el acceso a los mercados, y la capacidad de las empresas para competir globalmente. En el contexto de 2025, este pilar también mide la capacidad de una nación para resistir choques económicos y la diversificación de su comercio, factores críticos tras las disrupciones recientes.

El pilar societal: mide el compromiso de una economía con la prosperidad compartida. Incluye indicadores sobre estándares laborales justos, educación de la fuerza laboral, la adopción digital y la conectividad. Una cadena de suministro asentada en un país con un alto puntaje societal minimiza riesgos de violaciones laborales y asegura una fuerza de trabajo calificada y adaptable a las tecnologías 4.0.

El pilar ambiental: mide las políticas ambientales y la eficiencia en el uso de los recursos, señala el futuro costo del capital y las futuras multas por emisiones, analiza la intensidad de carbono, el uso de energías renovables y la legislación climática.

Del Benchmarking a la Acción

La principal utilidad del STI 2025 radica en su capacidad para informar decisiones de inversión y reconfiguración de la cadena de suministro. El índice impulsa tres acciones estratégicas clave:

1. Reevaluación del riesgo a largo plazo: las empresas deben integrar el puntaje de sostenibilidad de un país como un factor de riesgo financiero. Una nación con alta eficiencia económica pero bajo puntaje ambiental o societal es una bomba de tiempo regulatoria.

2. Inversión en cadenas de suministro: esto implica elegir socios comerciales no solo por su rentabilidad, sino por su alineación con los objetivos de reporte ESG de la propia empresa.

3. Flexibilidad de políticas: el informe es un llamado a la acción para formular políticas, pero también a las empresas, que deben abogar por marcos regulatorios flexibles que permitan a las economías en desarrollo avanzar en lo económico sin sacrificar el ambiente, sin detener el comercio, sino hacerlo mutuamente beneficioso y resiliente.