En la vorágine del siglo XXI, la hiperconexión se ha consolidado como un fenómeno que moldea nuestra vida personal y, de forma crucial, nuestro entorno laboral. Marta Romo, neurocientífica y divulgadora, reflexionó sobre cómo recuperar el foco y reconectar con el cuerpo, las emociones y las relaciones.
La experta en liderazgo, creatividad y manejo de emociones, de visita en Asunción, propuso como debate temas relacionados a la memoria, la creatividad, las relaciones tridimensionales (escuchar, ver y sentir), las emociones y la sensibilidad, ejes que se erigen como una brújula para el sector corporativo en medio de la hiperinformación y los estímulos constantes de la era digital.
Obsesionados e hiperconectados
La neurocientífica española propone una guía estratégica para líderes empresariales en la era digital, entendiendo cómo funciona nuestro cerebro bajo el constante asalto de estímulos, y dejar de ser víctimas pasivas del entorno digital para convertirnos en arquitectos de nuestra atención, productividad y creatividad.
La experta sostiene que el camino hacia una mayor eficiencia, innovación y bienestar pasa inevitablemente por aprender a desconectarnos para poder conectarnos con lo que realmente importa.
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En su reciente libro, Hiperdesconexión, la neurocientífica menciona: “Nunca habíamos estado tan obsesionados con nuestro bienestar y, sin embargo, nunca habíamos estado tan solos y desconectados. Nunca habíamos tenido tanto acceso a herramientas de crecimiento personal, y, sin embargo, nuestros cerebros parecen cada vez más fragmentados, nuestras comunidades más disueltas y nuestras relaciones más fugaces”.
El verdadero líder, sostiene Romo, en el futuro será aquel que es capaz de gestionar no solo equipos y recursos, sino también lo más valioso: la atención focalizada de nuestro propio cerebro y el de los colaboradores.

Lo digital y nuestras capacidades cognitivas
Lejos de satanizar la tecnología, Romo ofrece una inmersión práctica en el funcionamiento de nuestro cerebro para comprender cómo el entorno digital mal manejado afecta las capacidades cognitivas esenciales: la atención, la concentración y la productividad.
La tesis central de Romo es contundente: la conexión permanente y la multiactividad constante no son sinónimo de mayor eficiencia, sino, a menudo, la fuente de nuestra dispersión y fatiga mental.
La neurociencia ha aportado evidencias claras de cómo los correos, notificaciones y la necesidad de estar siempre activos, impactan directamente en nuestra biología cerebral. Estamos diseñados para enfocarnos, pero el entorno actual nos fuerza a un constante cambio de tarea, un proceso que, según Romo, consume recursos cerebrales, capacidad y reduce la calidad del trabajo.
El impacto en la productividad
Romo explica que la incapacidad creciente para dedicarnos a tareas que demandan atención total y tiempo prolongado, aquellas que generan valor estratégico e innovación, es una consecuencia directa de esta necesidad del feedback y el estímulo inmediato. En el entorno empresarial, Romo traduce en:
Un cerebro sobrecargado y distraído es menos apto para el análisis profundo y la toma de decisiones complejas.
La creatividad y la innovación a menudo emergen durante el aburrimiento, donde el cerebro puede vagar libremente, consolidar información y hacer conexiones. La hiperconexión elimina estos espacios.
La tecnología nos somete a una tiranía de lo urgente sobre lo importante, haciendo que dediquemos tiempo a apagar incendios.
Estrategias neurocientíficas
La especialista española y pionera en la neurociencia para el liderazgo propone para recuperar la memoria, el foco y la creatividad un conjunto de entrenamientos cerebrales.
Priorización consciente. Elegir las tareas, y no dejar que las tareas nos elijan a nosotros. Romo sugiere metodologías para la priorización que permitan crear tiempo blindado para el trabajo estratégico, lejos de las interrupciones digitales. Esto implica establecer bloques de tiempo para la concentración profunda donde los dispositivos estén silenciados, apagados o lejos de nuestra atención.
Desconexión programada. La neurocientífica insiste en que el cerebro necesita descanso y reparación, un requisito para el rendimiento óptimo. Se recomienda tiempo de inactividad de al menos diez minutos diarios, permitiendo que la mente vuele. Apagar el móvil durante varias horas al día o durante el fin de semana para resetear los circuitos de atención.
Atención plena. Romo aborda la importancia del mindfulness no como una moda, sino como un entrenamiento cognitivo que fortalece el músculo de la atención y la concentración, lejos de lo que se ha escuchado como una terapia de relajamiento.
Pausa digital. Desactivar notificaciones innecesarias, limitar los momentos de revisión de correo a horas específicas y establecer límites entre el trabajo y la vida personal. La gestión consciente de la tecnología se convierte en una ventaja competitiva para proteger la atención.