Una industria que se viene afianzando a paso firme en el país es la deportiva, donde muchas disciplinas encuentran cada vez más espacios de profesionalización, gremialismo y proyección de atletas o deportistas. Sin embargo, de entre todos el fútbol continúa siendo el deporte que más dinero mueve en Paraguay. Su alcance no se limita al espectáculo deportivo: detrás de cada partido se sostiene una cadena de ingresos que involucra derechos de televisión, contratos publicitarios, patrocinios, infraestructura y miles de empleos directos e indirectos.
Por ejemplo, en 2023 la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) cerró con Tigo un contrato histórico por los derechos de transmisión, valorado en US$ 97,68 millones hasta 2027, lo que garantiza un flujo de recursos inédito para el fútbol local. Estos fondos se distribuyen entre clubes de primera división, fútbol femenino y formativas, reforzando la estructura de una disciplina que representa un verdadero motor económico para el país.
A inicios de 2025, la APF presentó además el proyecto de Fair Play Financiero, con el objetivo de ordenar las finanzas y profesionalizar la gestión de los clubes, en línea con las mejores prácticas internacionales. “Queremos un fútbol competitivo, sólido y responsable. Con este proyecto estamos garantizando el futuro de nuestros clubes y del espectáculo deportivo que tanto apasiona al país”, afirmó Robert Harrison, presidente de la APF, durante el anuncio oficial.

Running: una industria en marcha
Otro gran ejemplo es el fenómeno del running, que pasó de ser una actividad de nicho a consolidarse como una de las expresiones deportivas más masivas en el país. El Paraguay Marathon Club, pionero en la organización de corridas de calle, evidencia el crecimiento exponencial: de apenas 90 corredores en sus primeras ediciones, hoy la participación supera los 4.500 atletas en promedio, con proyección de llegar a 10.000 inscriptos el próximo año.
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Ese salto también trajo consigo un fuerte componente económico. La organización de una maratón internacional demanda una inversión mínima de G. 500 millones, que incluye producción de medallas, trofeos, seguridad, chips, otros componentes de tecnología, aplicaciones, despliegue, hidratación, montaje logístico, entre varias otras aristas que hacen al desarrollo de un macroevento deportivo.
Solo en indumentaria, las remeras y complementos para los corredores pueden llegar a representar decenas de miles de dólares, mientras que cada corrida implica la contratación de cientos de personas en un fin de semana, generando empleo temporal y dinamizando servicios auxiliares. “Estamos dando trabajo para más o menos 300 personas en un fin de semana”, detalló Myrta Doldán, presidenta de Paraguay Marathon Club.
Aunque los márgenes de ganancia son ajustados y el financiamiento depende en gran parte de sponsors, el running ya se proyecta como un sector con potencial de convertirse en industria. Consultada sobre el punto, Doldán acotó: “Estoy convencida de que sí, que esto ya llegó para quedarse y tenemos que prepararnos porque el running puede convertirse en una industria en Paraguay”.
Ciclismo: un mercado en expansión
Asimismo, el ciclismo en Paraguay dejó de ser un simple pasatiempo recreativo para transformarse en un sector con fuerte dinamismo. En los últimos diez años, la Federación Paraguaya de Ciclismo incrementó su base de clubes y ciclistas federados, mientras el auge de la movilidad saludable multiplicó el interés en bicicletas de ruta y montaña.
Ese fenómeno repercutió directamente en el negocio: tiendas especializadas que han visto crecer sostenidamente sus ventas de equipos, accesorios y ropa técnica. A su vez, marcas internacionales de renombre como Scott o Cannondale encontraron un público dispuesto a invertir, obligando a distribuidores y talleres locales a profesionalizarse para atender una demanda más exigente.
El salto hacia la competencia profesional, sin embargo, impone desafíos económicos. Formar ciclistas de élite requiere equipamientos costosos, entrenadores especializados y una inversión sostenida a largo plazo, lo que limita la proyección internacional de los atletas paraguayos. Aun así, el segmento abre oportunidades de negocio en múltiples frentes: desde la organización de competencias de ruta y altura, que atraen corredores y turismo a distintas ciudades, hasta la provisión de servicios complementarios como inscripciones, cronometraje y hospedaje.
Indumentaria deportiva: entre marcas locales y gigantes globales
El crecimiento del deporte en Paraguay también se refleja en el mercado de la indumentaria. Marcas locales como Kyrios, con más de 30 sucursales en todo el país, y Rondina, que proyecta incrementos de ventas del 30% en cada temporada, se consolidaron como referentes en ropa deportiva y athleisure (estilo híbrido de ropa deportiva para uso casual).
A ellas se suman firmas como Sallustro o Kalúa, que apuestan por la innovación en telas y diseños, mostrando que el consumidor paraguayo está dispuesto a invertir en calidad, comodidad y estilo para su vida activa. Este dinamismo no solo genera empleos en la confección y el retail, sino que también impulsa la profesionalización de un sector que hoy tiene presencia tanto en centros comerciales como en tiendas de barrio.
La llegada de jugadores globales refuerza esa tendencia. El año pasado desembarcó Decathlon, la cadena francesa reconocida como la tienda de deportes más grande del mundo, con una inversión inicial de US$ 10 millones y la creación de más de 200 empleos proyectados. Su propuesta —ofrecer productos para más de 65 disciplinas a precios competitivos— obligó a las empresas locales a innovar y mejorar eficiencia para sostenerse en un mercado más exigente.
Este cruce entre marcas nacionales consolidadas y multinacionales con alto poder de escala está configurando un nuevo escenario: el de una industria textil y comercial vinculada al deporte que crece al ritmo de la demanda y que, junto con disciplinas en expansión como el running y el ciclismo, perfila al deporte como un sector estratégico de la economía paraguaya.